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5 décadas en lámparas de diseño que revolucionan los interiores y la arquitectura

08 Junio 2021

Muchas veces acudís a Subarna Subastas buscando esa lámpara que dé luz a vuestro espacio favorito o a un nuevo piso. Si algo nos encanta recomendaros son aquellas luces que fueron realizadas a lo largo del siglo XX, ya que aportan personalidad y un carácter único a cualquier estancia. Hoy, para que vislumbréis un poco nuestro gusto personal, compartimos 5 ejemplares de 5 décadas que creemos que son un “must”.

 

1. PH de Poul Henningsen (1920-30)

Esta lámpara nace de una paradoja: cuando fue diseñada por Henningsen en 1924, su región en Dinamarca apenas tenía electricidad. A su llegada, Poul quiso mantener un elemento muy agradable de la luz de queroseno, su calidez y tono hogareño. En ese momento muchas de las bombillas iban mal protegidas, y molestaban a la vista y hacían reflejos innecesarios. Por ese motivo el diseño del danés contiene una serie de pestañas y pantallas contrapuestas entre sí, de tal forma que la luz nunca incidía directamente.

Dicha pieza fue presentada en la exposición de artes decorativas de París de 1924 y solo dos años más tarde salió a la venta. Con variantes de sobremesa, y otras con alternancia de colores para cambiar su balance de blancos en la luz, triunfó tanto en oficinas como en hogares, siendo los países nórdicos y Alemania sus principales consumidores.

 

2. Anglepoise de George Carwardine (1930-40)

En este caso debemos pensar en un vehículo. Sí, sí, concretamente en la suspensión que amortigua sus ruedas. En 1932 George Carwardine trabajaba en una manufactura automovilística cerca de Bath, y desarrollaba estructuras de amortiguadores realizados con muelles de alta tensión. Al ver que sus prototipos no acababan de encajar en coches, pensó que sería bueno encontrar otras aplicaciones, y fue así que como diseñador, encontró en las lámparas el aliado perfecto: dentistas, cirujanos, dibujantes o arquitectos necesitaban una luz que fuera flexible y móvil que se adaptara a su trabajo, pero no existía aun el sistema idóneo. 

El éxito rápidamente sucumbió en el pequeño taller de Carwardine, incluso hogares requerían su presencia; por ese motivo la alianza con la compañía Terry Spring fue clave, ya que hizo saltar al mundo este gran modelo de lámpara. Con un pequeño bache de producción en la Segunda Guerra Mundial, ha llegado a nuestros días como una de las piezas lumínicas más vendidas de toda la historia.

 

3. AJ de Arne Jacobsen (1950-60)

Con esta lámpara hacemos un pequeño salto de lo que es no solo es funcional a algo que también busca ser armónico y bonito. Os hablamos de la lámpara AJ del mítico arquitecto Arne Jacobsen: esta pieza fue realizada para el Royal Hotel de Copenhague, también creado por Jacobsen considerada una de las obras “total”, debido a que todo fue diseñado por él mismo. Debía ocupar el lobby y dormitorios de tan prestigioso lugar y conferir elegancia a la par que una luz hogareña y cálida. Por ese motivo sus tulipas tenían una forma cónica y con el interior blanco, con tal de concentrar la intensidad lumínica, junto con un pie que no solo le daba una alta estabilidad si no un gran gusto por el balance estético. 

Años más tardes, y cuando este hotel perdió prestigio y prácticamente se desvalijó, las lámparas resurgieron como un modelo hogareño, y se comercializaron mundialmente con gran éxito.

 

4. Lámpara DISA de J.A. Coderch (1960-70)

Esta lámpara es de las que pueden recordarnos a la naturaleza y a las referencias culturales cosmopolitas del arquitecto más español de los años 60 y 70. Pragmático hasta más no poder, Coderch empieza a interesarse por el diseño de las lámparas debido a la propia arquitectura: en muchos de sus proyectos la luz natural era un verdadero reto, debido a la planta o a las limitaciones urbanísticas. Por esa razón planteó diseñar una lámpara de techo que imitara esa luz solar tamizada que las viviendas mediterráneas tienen, y a su misma vez, la reproducción nocturna del fuego, de una chimenea chispeante (elemento muy vinculado a la vida del arquitecto). 

Cuando terminó el diseño y perfeccionó los prototipos al máximo Juan Antonio Coderch se impuso un reto lleno de riesgo: recibir la crítica de algunos de los mejores artistas españoles repartidos por la Península y por todo el mundo. Es así como hizo envió los primeros modelos a artistas como Picasso, el cual afirmaba que era la lámpara moderna más bella conocida hasta el momento: quedó tan satisfecho que le envió un pequeño dibujo firmado. 

 

5. Lámpara Tahiti de Ettore Sottsass (1980-90)

Saltamos a los 80 de golpe para mostrar una de esas lámparas que triunfaron en el denominado movimiento Memphis Milano. El mismo año en que fundó esta corriente, 1981, fue el que Ettore Sttsass dió nacimiento a una pieza que llegó a nuestros días: Tahití. El nombre y su morfología son rápidamente relacionales: recuerda a las típicas aves que anidan en el archipiélago, con sus bonitos y llamativos plumajes, y formas casi prehistóricas intactas. En esta obra, vemos desde Subarna la unión de pragmatismo y capricho estético, que el propio artista describiría como: "la reconciliación entre la producción industrial con el arte y la poesía".

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Rubí, zafiro y esmeralda: 1000 años siendo reyes de las piedras de color

09 Abril 2021

Tiaras, parures, brazaletes, collares, pendientes... todos estos accesorios siempre han ido acompañados de la Emperatriz de todas las piedras preciosas, el diamante. ¿Pero qué hay de los reyes de reyes, esmeraldas, rubíes y zafiros? Hoy desde Subarna queremos hacer un breve repaso de las peculiaridades de estas tres gemas, destacando las piezas más destacadas, anécdotas y aplicaciones en la joyería.

¿Queréis saber más?

El rubí, la sangre que corre en la joyería

Etimología

El nombre rubí proviene de la palabra latina ruber, que significa "rojo". El rojo brillante del rubí sugería una llama inextinguible ardiendo en la piedra, incluso brillando a través de la ropa y capaz de hervir agua.

Orígenes primitivos 

Una de las más antiguas citas de esta gema se sitúa en la Biblia, mencionado hasta cuatro veces: en asociación con atributos como la belleza y la sabiduría. En el antiguo idioma sánscrito, el rubí se llama ratnaraj, o "rey de las piedras preciosas". Partiendo de este valor tan místico, encontramos referencias milenarias en la cultura de europa occidental pero sobretodo en Birmania y la India, donde el rubí tuvo una transcendencia política y religiosa. En estas regiones, con minas desde al menos el año 600 d. C, los guerreros poseían estas piedras preciosas para hacerlos invencibles en la batalla. Sin embargo, no fue suficiente: dice la leyenda que tuvieron que insertarlos en su carne y hacerlos parte de sus cuerpos.

Piezas históricas y subastas destacadas

Uno de los detalles más curiosos es que esta piedra estuvo hasta aproximadamente 1800 incluida en la familia de los corindones, así pues, espinelas, turmalinas o granates se confundían con muchísima facilidad. De esta gema encontramos por ejemplo, en el siglo XVI, "el anillo de coronación" de los reyes de Escocia, con un rubí del siglo XIII.

Dentro de la misma colección de los monarcas ingleses, "el anillo de las reinas consortes" Rundell bridge & Rundell, pieza que durante todas las coronaciones desde 1831 ha sido lucido por las esposas de los reyes de Gran Bretaña.

A nivel de conjuntos encontramos la parure de diamantes y rubíes de la Reina Ingrid de Dinamarca, anteriormente en posesión de su madre, la reina Luisa de Suecia.

¿Qué decir del collar de diamantes y rubíes de Elizabeth Taylor diseñado por Cartier?, esta increíble pieza muestra una artesanía increíble y una forma innovadora. Mike Todd le regaló este collar de rubíes y diamantes a su hermosa esposa y actriz, Elizabeth Taylor. En diciembre de 2011, su collar fue subastado en Christie's por $ 115,932,000. Se convirtió en la subasta de joyas más valiosa de la historia y las ganancias se destinaron a obras de caridad.

 

El zafiro, un óceano azul profundo...¡y mucho más!

Etimología

Su nombre proviene de la palabra griega sappheiros, que probablemente se refiere al lapislázuli. Aquí deberíamos de "tocar la cresta" a los griegos: el espectro cromático del zafiro va muchísimo más allá del color azul. Es por eso que en el caso de esta gema siempre debemos referirnos a ella con el color, es decir "zafiro azul, zafiro amarillo..."

Orígenes primitivos 

En la antigua Grecia y Roma, los reyes y reinas estaban convencidos de que los zafiros azules protegían a sus dueños de la envidia y el daño. Durante la Edad Media, el clero usaba zafiros azules para simbolizar el cielo, y la gente común pensaba que la gema atraía bendiciones celestiales. En otros tiempos y lugares, la gente asoció a los zafiros el poder de proteger la castidad, hacer las paces entre los enemigos, influir en los espíritus y revelar los secretos de los oráculos.

Piezas históricas y subastas destacadas

Esta gema ha destacado en todas las colecciones de reyes y aristócratas y posteriormente, estrellas de Hollywood.

Si por un conjunto debemos empezar es por el de la emperatriz Josefina de Francia, que luego sería comprado por los Borbones franceses. Formado, según dice la leyenda, por un lote de zafiros azules pertenecientes a Maria Antonieta, constaba de una magnífica tiara, varios broches, corsage, pendientes y un anillo. Posteriormente los Orléans lo vendieron al Musée du Louvre y a día de hoy está expuesto al público.


Posterior es el broche de matrimonio de la Reina Victoria:El príncipe Alberto presentó este gran zafiro oblongo engastado en oro y rodeado de 12 diamantes redondos a la reina Victoria el 9 de febrero de 1840, el día antes de su boda. Ella usó debidamente su regalo del "querido Albert" el día de su boda y con frecuencia después, hasta la muerte de Albert.


El zafiro de la Reina de Rumania de 478 kilates. Registrado por primera vez en el taller de Cartier en 1913, este collar colgante de zafiro histórico fue usado por la reina María, nieta de la reina Victoria de Gran Bretaña y el zar Alejandro II de Rusia, para la coronación de su esposo, el rey Fernando de Rumania en 1922. En 1947 fue vendido al 'Rey de Diamantes' de Nueva York, Harry Winston. Luego entró en la colección de la familia real griega antes de ser subastado en Christie's en 2003.

Las esmeraldas, el bosque más brillante

Etimología

Su nombre proviene de la antigua palabra griega para verde, "smaragdus". A diferencia de las anteriores piedras, la esmeralda se mueve en un espectro entre el verde azulado hasta el verde profundo.

Orígenes primitivos 

Las primeras minas de esmeraldas conocidas se encontraban en Egipto, que datan de al menos el 330 a. C. hasta el 1700. Se sabía que Cleopatra tenía una pasión por la esmeralda y la usaba en sus adornos reales.
Las esmeraldas de lo que hoy es Colombia fueron parte del saqueo cuando los exploradores españoles del siglo XVI invadieron el Nuevo Mundo. Los incas ya habían estado usando esmeraldas en sus joyas y ceremonias religiosas durante 500 años. Los españoles, que atesoraban el oro y la plata mucho más que las gemas, intercambiaban esmeraldas por metales preciosos. Sus oficios abrieron los ojos de la realeza europea y asiática a la majestuosidad de la esmeralda.

Piezas históricas y subastas destacadas

Una de las tiaras más impresionantes con esmeraldas de color verde muy vívido, es la tiara Vladimir: la pieza fue encargada por la Gran Duquesa Vladimir al joyero de la corte Romanov Bolin y se escondió en el palacio de San Petersburgo, donde se mantuvo a salvo durante la Revolución Rusa, antes de ser sacada de Rusia en secreto y luego vendida a la Reina María (la abuela de la reina actual). 

 

Por otro lado no podemos eludir el broche colgante de diamantes y esmeraldas Bulgari de Elizabeth Taylor: "Richard Burton compró este broche para Elizabeth Taylor durante el rodaje de Cleopatra en Roma en los primeros días de su romance", dice Chen de Christie's. Aproximadamente 23,46 quilates, fue usado por la actriz en su boda en 1964, antes de ser vendido en Christie's en 2011 por $ 6,6 millones. Hoy en día, tiene el récord de la pieza de joyería de esmeralda más cara vendida en una subasta.

La esmeralda de Stotesbury: Esta piedra legendaria, de más de 34 quilates, fue propiedad de tres distinguidos coleccionistas estadounidenses: Evelyn Walsh McLean; May Bofils Stanton, heredera de The Denver Post; y la reconocida socialité Eva Stotesbury. "El legendario viaje de esta esmeralda también incluyó el montaje en cuatro joyas diferentes, dos veces por Cartier y dos por Harry Winston, durante el apogeo de la recolección de joyas en Estados Unidos", dice Everett. La Stotesbury Emerald se vendió por $ 1 millón en la subasta de Magnificent Jewels de Sotheby's en 2017. 

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La invaluable colección de joyas de la familia real holandesa

16 Marzo 2021

La familia Real Holandesa es famosa desde hace siglos por tener una de las mayores fortunas de todo el mundo. Pinturas, castillos, tierras y acciones en las empresas más importantes han marcado el devenir de los Orange, y por supuesto las joyas no iban a ser menos: collares, pulseras, tiaras y broches han deslumbrado al mundo entero, y por ese motivo hoy repasamos 7 ejemplos que no os dejarán para nada indiferentes. 

¡Empecemos!

(Antes de empezar... matizamos que nunca veréis ninguna de estas joyas a subasta, ni tan siquiera en Sotheby's o Christie's: forman parte de una fundación gestionada por los reyes de los Paises Bajos que no permiten la disolución de la colección).

1. La Tiara de diamantes "Stuart"

Empezamos con una tiara que contiene una de las gemas más antiguas de los Orange, el diamante apodado "Stuart": esta importante pieza de 40 kilates, situada en el centro de la diadema, fue adquirida por los reyes Guillermo III y María II de Inglaterra a finales del siglo XVII como auto-regalo de bodas. A la muerte de estos dos monarcas, el diamante montado en un broche retornó a Holanda, y subsequentemente a Inglaterra, para volver a finales del XVIII de nuevo al continente. Sería con la Reina Emma que tal importante piedra preciosa sería remontada en una tiara por el joyero Schürmann, tal y como la conocemos hoy, para la investidura de su hija, la Reina Guillermina. Su descendiente la Reina Juliana fue la que más lució esta joya, siendo fotografiada en cientos de eventos con ella.

 

2. Parure de zafiros y diamantes 

Ahora es el turno de una de esos conjuntos con tiaras que son de vértigo, con un tamaño y peso muy considerables: se trata de un parure conformado por pendientes, broche y tiara. Este importante set de joyas fue realizado para la Reina Emma en 1881 por los joyeros de la firma Maison van der Stichel. Los zafiros fueron traídos de las mejores minas de Sri Lanka y fueron montados de tal forma en la diadema, que pudieran ser extraídos para crear clips de pelo y broches. Por lo que hace al diseño de esta, la inspiración fue claramente gótica, muy en voga en ese momento, imitando las típicas vidrieras de catedrales e iglesias. El uso de estas piezas se reserva habitualmente a los eventos más destacados de los Orange, como la proclamación de los actuales reyes Guillermo II y Máxima por ejemplo.

 

3. La tiara de estrellas holandesa

Esta es probablemente una de las tiaras con menos valora que compartamos, pero sí una de las más originales en cuanto a morfología y características técnicas. Como se puede apreciar en cualquier foto, esta pieza consta de varias joyas unidas entre sí, conformando una de sola. Por lo que hace a la base, nos encontramos frente a la tiara de botones y perlas antigua, de la cual si retiramos la parte superior nos quedamos con una ligera bandeau. Las estrellas de diez puntas son una serie de clips sueltos que pueden ser añadidos a esta diadema, dando como resultado a esta impresionante joya. Este conjunto lo luciería por primera vez la Reina Máxima para su boda, cuando accedió al título de princesa heredera. A partir de ese momento hemos podido verla en innumerables ocasiones, como bodas reales y eventos de estado.

4. Bandeau de diamantes

Si por una cosa destaca esta regia familia es por el gran tamaño de las gemas que aún poseen: la bandeau holandesa contiene como podéis ver una encegadora tira de brillantes ¡que suman más de 100 kilates! 

La historia de esta impresionante diadema se remonta a finales del siglo XIX cuando la princesa Emma de Waldeck y Pyrmont se casó con el viejo Rey Guillermo III. Dicen las malas luenguas que estas gemas fueron regaladas por el pueblo holandés como compensación a la pobre Emma, la qual se casaba con un bon vivant decrépito. En un principio fueron montadas como collar, pero sería con su hija, la Reina Guillermina que la montaría en forma de bandeau, y a partir de ese momento sería una de las favoritas de toda la familia.

5. La tiara del pavo real

Volvemos a una pieza con gemas de color combinadas con diamantes. En este caso su apodo es digno para una princesa o una reina, ya que no hay animal más relacionado con la realeza que el pavo real. Como se puede apreciar, lleva el nombre por razones obvias, ya que su forma recuerda al plumaje abierto de dicha ave. La historia que hay detrás de esta esplendida tiara se remonta de nuevo a la Reina Guillermina, una de las más coleccionistas más prolíficas de la familia Orange. Fue realizada por los joyeros Schürmann usando unos rubies Tailandeses de la Reina Sofía en 1877. EL set fue completado más tarde por un collar muy similar a la diadema y un broche con estilo muy parecido.

6. La tiara de perlas antigua

Esta tiara no es ni por asomo la más antigua, pero sí sigue uno de los modelos más antiguos de la família Orange. La Reina Ana Pavlovna lució en varios retratos a mediados del siglo XIX una casi identica tiara a la que compartimos, pero años despues de su muerte no se sabe que ocurrió con ésta. Alrededor de 1900 la Reina Guillermina encargó una reproducción de la diadema con enormes perlas pertenecientes a la familia, un poco para perpetuar a la dinastía en el joyero real. Desde ese momento ha sido el favorito no solo de Reinas, si no de hermanas y herederas, siendo una de las joyas más prestadas en la familia Orange.

Es habitual encontrar en subastas y subastas online en Europa réplicas o diademas realizadas en este mismo estilo, ya que gracias a varios retratos de la Reina Ana, este modelo se hizo muy famoso. 

7. El parure de rubíes Melliero

Terminamos con un nombre que dentro del mundo de la joyería se escribe y pronuncio en mayúsculas. Esta espectacular tiara fue realizada por la célebre joyería Melliero, satisfaciendo así los deseos de la Reina Emma. A finales del XIX cualquier príncipe o rey europeo quería tener en sus colecciones piezas de esta casa, por ese motivo encontramos ejemplos en las casas reales e imperiales francesas, la portuguesa, española o alemana. En este caso el rubí vuelve a tener un fuerte protagonismo, montado en una preciosa celosía de brillantes. El conjunto se completa de una pareja de pendientes y un impresionante broche a juego.

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