;

Blog

Sale a Subasta en Subarna un Ramón Casas “oculto” al gran público durante 100 años.

03 Noviembre 2022

Subarna licitará el próximo 10 de noviembre una obra del gran pintor catalán que representa una misteriosa monja en el monestir de Sant Benet de Bages. Es una gran oportunidad para ver un óleo casi inédito del autor, jamás prestado a museos, antes de que pase a otro propietario.


Hay autores que son difíciles de encontrar en subasta. Habitualmente, Rusiñol, Sorolla, o Casas entre otros, permanecen en instituciones públicas y raramente los vemos en una subasta como la que ofrecerá Subarna. Más extraño es que un particular se acerque espontáneamente a una sala de subastas y ofrezca uno de esos relevantes apellidos. Si a eso le sumamos que encontrar obras de madurez de estos artistas es aún más árduo, esta es una muy buena oportunidad para el coleccionista. En este caso nos encontramos ante una obra pintada alrededor de 1917-19 (existe la factura original de 1920), por lo tanto, cuando el pintor ya estaba asentado en el mundo artístico tanto nacional como internacional. Nos confirman además su autenticidad, apareciendo en el catálogo completo citado y fotografiado por Isabel Coll, máxima experta del artista.

 

Sant Benet de Bages como escenario para una pintura de Ramón Casas

Este monasterio, reconvertido en casa particular y fábrica textil a partir de 1907, fue uno de los marcos artísticos más importantes para el artista barcelonés. Geográficamente estuvo ligado a la familia gracias a su madre, Elisenda Carbó, la cual tuvo la suspicacia empresarial de comprarlo y rentabilizarlo económicamente. Para Ramón, en cambio, ese espacio supuso un remanso de paz en lo que concierne a su vida, y para su trayectoria pictórica, pero sobretodo, donde poder desarrollar ideas que en otros ambientes no debía o podía: en ese sentido, debemos pensar que una actividad importante para él era la del retrato por encargo, burgués y en cierta manera, aburrido y estático. La otra cara de la moneda la tenía en ese magnífico entorno que se remonta hasta el siglo V, donde jardines salvajes, arquitectura y escultura gótica se entremezclaban con el olor a óleo. Una demostración de todo ello es el lienzo que ofrece Subarna, el cual representa una de sus famosas monjas (muy típicas en gran parte de su carrera) y el claustro de Sant Benet. La presentación de estos elementos, lejos de ser monumental y abierta, es intimista, contemplativa y recogida, un hecho que la hace muy original.

 

Un estilo y técnica únicos para una escena misteriosa


Conectado el tema con su trayectoria, debemos hablar del estilo técnico de esta obra. Los rasgos principales los encontramos en importantes pinturas del autor. A priori detectamos una pincelada abocetada y un tratamiento de la luz lánguido, casi velado por una fina capa de pigmento. Las intenciones, según Isabel Coll en el catálogo razonado¹ del artista son muy claras. 

La composición destaca por la combinación del fondo en colores terrosos y verdes, donde sólo hay dos protagonistas relevantes en blancos inmaculados: la luz de las ventanas y la figura femenina de la religiosa. La arcada con vistas exteriores, es casi una imágen cegadora abstracta (con acabado matérico) de lo que representa, luminiscencia y flora. El resultado es perfectamente descrito por Coll en el catálogo ya citado: “La naturaleza se transforma en efectos de luz y color y es vista a través de una doble arcada que está enmarcada por un arco. Encontramos una cortina de pinceladas verdes y amarillas, que sugieren las ramas”. Como afirma la experta también trata el vestido de la religiosa con menor insistencia que otras veces. La falta de precisión en el dibujo y la pintura por otro lado, tiene una pretensión muy concreta: la finalidad es captar todo el conjunto como un ente unificado, donde entender que “el hombre y la naturaleza viven en armonía”². Esta masa tan apacible yuxtapuesta pues, con un efecto unificado técnicamente,  invita a la meditación y reflexión.

En estos términos citados es donde hay arraigado lo genuino del lote, dónde difiere verdaderamente de otros óleos³. Las otras perspectivas del Monestir de Sant Benet de Bages tienen distintos protagonistas y otro estilo desarrollado. En tres obras de colecciones privadas pintadas alrededor de 1921 (figuras 634, 637 y 638 del catálogo razonado de Isabel Coll) la luz está tratada con otra dirección y potencia, con focos más brillantes y cenitales, y vegetación más definida. Las figuras 639 y 640 del mismo catálogo por ejemplo, cambian de protagonista, siendo una figura principal una mujer burguesa vestida a la moda de la época. 

-

Estos detalles, hacen de esta obra un punto de inflexión en la carrera de Casas; reúne características propias de distintos géneros desarrollados por el artista de forma interrelacionada, dando un resultado sorpresivo y único. Con ello, la venta del lote contribuirá a enriquecer el cosmos estético y artístico de un autor que siempre ha sido valorado por instituciones públicas y privadas. La exposición se va a desarrollar del 2 al 9 de noviembre en la calle Diputació 278 de Barcelona; su subasta, el 10 de noviembre a partir de las 16.30h. Ambos eventos son de entrada libre y gratuita. 

 

  1. Coll, Isabel. "RAMON CASAS. Catálogo razonado". De la Cierva Editores. pag 444. fig. 641.
  2. Coll, Isabel. "RAMON CASAS. Catálogo razonado". De la Cierva Editores. pag 445.
  3. Coll, Isabel. "RAMON CASAS. Catálogo razonado". De la Cierva Editores. pags 440,441,442,443.
  4. Coll, Isabel. "RAMON CASAS. Catálogo razonado". De la Cierva Editores. pags 440,441,442,443.
Leer más

Las joyas más desusadas a herencia para la Reina Camila y la Princesa Catherine

18 Octubre 2022

La Reina Isabel II nos ha acostumbrado durante 70 años a ver relucir el joyero real en innumerables ocasiones. Al ser muy extenso, cada una de las visitas de estado o recepciones se han visto acompañadas de variadas piezas, repitiendo muy poco a lo largo de los años. Aun así su joyero tuvo grandes particiones durante el siglo XX debido a dos motivos: por un lado a que los abuelos y padres de Isabel II legaron entre los Kent y Gloucester un gran monto de joyas; en segundo lugar, por que la propia monarca repartió entre su hija y 4 nueras (incluimos aquí a Diana) parte del joyero. Aún así hay una gran cantidad de piezas que se sabe que permanecen en cajas fuertes. Este tipo de alhajas son las que expondremos hoy, las que acumulan más polvo en el desván. Evitaremos además el legado Greville, ya que fue un tema tratado ya en este blog. Si quieres leerlo puedes hacerlo clicando aquí.

¡Empecemos!

  1. La tiara Strathmore

Empezamos, no solo por una de las piezas menos lucidas (¡desde los años 20 del siglo pasado), también por una de las tiaras más ligadas a la familia materna de Isabel II. Esta joya le fue regalada a la reina Madre al convertirse en Duquesa de York por el matrimonio con el entonces principe Alberto del Reino Unido. En ese momento sus padres, los condes de Strathmore, tuvieron que aportar una dote digna al nuevo rango que adoptaba su hija. El lote de joyas incluía como epicentro esta delicada y elegante tiara transformable. Creada muy probablemente en las últimas décadas del siglo XIX, contiene una buena cantidad de diamantes en talla antigua, y tal y como indicábamos, cada una de las flores se puede convertir en broche. Una de las dudas que nos genera desde el departamento de comunicación y el de joyería, es si tenía el efecto tembladera. Era algo muy típico en dicho momento y más cuando los elementos principales eran flores. 

La última vez que salió de las bóvedas de palacio fue en 2007 para una exposción titulada "los diamantes de la reina" en el Victoria and Albert museum. ¿Creéis que la volveremos a ver lucida en el peinado de la actual reina Camila o la recién titulada Princesa de Gales? ¡a nosotros nos encantaría!

 

  1. Los pendientes "Bahrain"

Con esta alhaja iniciamos el recorrido que haremos por los regalos ofrecidos por jeques árabes. A lo largo de los años, los monarcas de dicha región han querido cumplimentar a sus homólogos europeos por dos motivos: afianzar y blanquear las relaciones políticas con democracias mucho más justas que sus propios gobiernos y contentar a dinastías que les duplican en cientos de años. 

En 1947 la entonces princesa de Gales Isabel se comprometía con el poco conocido príncipe de Grecia Felipe, más tarde re-apellidado Mountbatten. Muchos familiares y reyes cumplimentaron a la pareja, entre ellos el jeque del mínusculo Bahrain. Para dicha ocasión no fueron protagonistas grandes gemas como diamantes, zafiros, esmeraldas o rubíes (lo más común en obsequios árabes por cierto). En este caso el regalo fue un elegante lote de siete perlas de un valor incalculable: su tamaño era relativamente pequeño, pero sobretodo, la similitud entre ellas las hacía perfectas. Desde este humilde blog creemos que fueron regaladas, por su extraño número, para realizar o un collar o una tiara. La forma ayuda a crear una composición armoniosa y gradual. Pero los planes de Isabel II fueron otros: pidió a su joyero personal una pareja de pendientes de inspiración Art Decó. Los diamantes provinieron de la colección personal de los Windsor y se tallaron en cortes brillante y bagette. Aunque no son lucidos en muchas ocasiones, los han disfrutado Isabel II, Diana de Gales, Sofía de Wessex o la anterior duquesa de Cambridge. 

 

  1. El collar ofrecido por el rey Faisal de Arabia Saudita

¿Seguimos en Medio Oriente? ¡Venga!

Arabia Saudita fue otro reino que quiso caer en gracia desde el primer momento a Isabel II. Tanto es así que en una pomposa visita de estado en 1967 al Reino Unido, Faisal I seleccionó de su colección de compras una de sus piezas más caras. Se trataba de un vistoso collar realizado en diamantes tallados en corte bagette y brillante. El peso total de la pieza vinculó de bien seguro estas dos dinastías...pero hay más anécdotas que contar: fue realizado, como se supo más tarde, por el célebre joyero Harry Winston, poniéndole a dicho regalo la guinda con nombres y apellidos.

Durante los primeros 20 años de edad de este regalo la reina lo lució combinándolo principalmente con la tiara Vladimir o la Girls of Great Britain and Ireland. También pudimos verlo en esos eventos de etiqueta sin diadema, ya que es de diseño moderno, sin poderlo encasillar en ningún estilo concreto. A partir de los años 80' fue una pieza original para prestar: la recién casada Diana de Gales lo lució en innumerables ocasiones. Después del divorcio volvió al joyero real y raramente lo hemos visto salir de nuevo. ¿Quién sabe con el nuevo reinado de Carlos III?

 

  1. Los brazaletes de la Reina María

Y volvemos con las piezas más históricas de los Windsor. En este caso saltamos al género de la pulsera con esta magnífica alhaja con dos gemelas. Además de nuevo, estas piezas hace años que no salen del joyero, ya que han sido suplantadas por otras más importantes e históricas. Pero empecemos por su historia. Su nombre se debe a su primera propietaria: se trata de un regalo que regaló el Gobierno de la India en ese momento, en 1893, en ocasión del matrimonio de María de Teck con el rey-emperador Jorge V del Reino Unido (el lote por eso, era más extenso con otras joyas). Destaca sobretodo su rigidez (considerándose una esclava y no una pulsera rivière), y ofreciéndole un aspecto muy bling bling. En cuanto a la gemología destacan diamantes talla brillante de tamaño considerable puestos en línea.

Siguiendo el hilo histórico, estas dos pulseras fueron uno de los muchos regalos que la Reina María regaló a su nieta, la entonces princesa Isabel, con motivo de su boda con Felipe Mountbatten. En los primeros años como princesa las usó en estrenos operísticos, fiestas y recepciones, pero con la temprana llegada de la corona, esta doble joya quedó relegada. ¡Más motivos para disfrutarla de nuevo!

 

  1. El conjunto de perlas Qataríes

Nos adentramos en uno de esos conjuntos que a nuestra manera de ver, es de los menos elegantes del joyero real (alguno se atrevería a tacharlo de hortera). De nuevo nos trasladamos a Medio Oriente, y volvemos a hablar de regalos para generar vínculos entre dinastías. En 1979 el emir de ese país regalaba el ostentoso collar junto con un par de pendientes de similar estilo. La pieza central, son 6 vueltas de perlas naturales, entrelazadas en parejas de dos con puentes de brillantes y oro. Creemos que la receptora de dicho obsequio tuvo similar opinion a los redactores de este artículo, ya que desde ese año solo ha sido lucida en una visita de los jefes de estado de Qatar; la conclusión es que solo se viste por cortesía y no por gusto. La prueba la encontramos en la hemeroteca, observando a la pequeña Isabel II casi "invadida" por esta pieza demasiado excesiva. Camila siempre ha sido muy partidaria de estos collares llamados "babero", ¿creéis que será el caso de este?. Con Kate tenemos nuestras dudas...


  1. Los broches de espiga de la Reina Adelaida

Nos enfrentamos en este punto con una de las joyas más antiguas del joyero real: es de época pre-victoriana, concretamente de los reyes anteriores. Guillermo IV quiso ofrecer un conjunto de broches-pasadores a su esposa, la reina Adelaida, al estilo imperante del momento, el imperio. Fueron creados por su joyero personal con piedras heredadas de su madre, la reina Carlota. Estas gemas generarían un gran conflicto cuando uno de sus hermanos fue creado rey de Hannover. Este último quiso en ese momento reclamar la parte de su herencia, y así enriquecer el tesoro de su nuevo reino: los broches fueron parcialmente desmontados, para volver a ser remontados a su estado original por la Reina Victoria. Esta útlima se enamoró de la pieza y la llevó en innumerables ocasiones. De ese momento el conjunto fue pasado de generación en generación hasta llegar a Isabel II, la cual los lució con cierta gracia como pasadores de pelo en sus ya clásicos peinados ahuecados. ¿Alguien imagina este tipo de joyas en el siglo XXI? lo cierto es que hace más de 10 años que no salen de la caja fuerte...¿será Kate quién los recupere?

 


7. La tiara de loto

Si hay algo típico en la familia real británica, es la de transformar viejas piezas en otras de estilo más moderno. Parece lógico, las modas cambian y las joyas pueden evolucionar. Pero este fue un caso a parte: cuando Bertie se prometió con Elisabeth Bowes-Lyon hizo realizar por la joyería Garrard un gran lote de alhajas para su futura esposa. Entre ellas se encontraba un maravilloso collar de diamantes y perlas, claramente en voga del momento: de estilo art decó presentaba festones, grecas y una forma simétrica. No sabemos muy bién que pasó, pero sí podemos pre-suponerlo: jamás fue lucido, ni en fotos ni retratos al óleo, y solo 6 meses después del regalo, fue desmantelado por la propia joyería a propuesta de la nueva duquesa de York. Entonces, creemos que no le gustó para nada. El resultado fue la creación de una de las tiaras más originales de toda la colección de los Windsor.

Esta tiara seguía también el estilo Art Decó, pero con una de las influencias más exóticas: la asiáticas. Flores de loto y arcos de diamantes y perlas coronan esta pieza. A partir de ese momento fue una de las más usadas por la entonces duquesa y luego reina, hasta que pasó a manos de la princesa Margarita. Esta fue una de las tiaras regaladas por la reina madre, junto con la Poltimore. De esta forma la Condesa de Snowdon la luciría en eventos de gran relevancia como visitas de estado o giras por la Commonwealth. Su nuera, la vizcondesa de Linley, la lució el día de su boda, presuponiendo todos los expertos, que entonces sería propiedad de esa línea de los Windsor. Fue en la muerte de la última condesa de Snwodon que saltaron las alarmas: en la famosa subasta realizada por sus hijos, solo había la tiarla Poltimore. No fue hasta 13 años más tarde, que con Kate Middleton, reapareció en una visita de estado del Presidente de China. Todos los astros cuadran en que o Margarita la legó de nuevo a la corona, o que la propia Isabel II la compró a los hijos de esta. Al fin y al cabo, la vinculación maternal era muy grande, y estamos seguros que la reina no quiso verla en ninguna vitrina de Christie's. Se entiende también que será más la actual princesa de Gales la que la luzca, ya que fue quién la recuperó.

 

  1. El demi-parure Kent

¿Sabías que en el siglo XVIII y XIX las amatistas eran consideradas gemas relacionadas con la muerte y temas funerarios? En el caso del conjunto que os presentamos en este punto, encontramos una cierta relación (aunque con un final feliz). En 1817 moría en pleno parto la princesa de Gales Carlota, única hija de Jorge IV. Con ese triste acontecimiento, todos los hermanos de este rey se pusieron manos a la obra para generar un heredero. El duque de Kent fue el afortunado casándose con una princesa de Sajonia, y no sabemos si por un motivo redentorio mortuorio, le regaló, como agradecimiento de salvar la dinastía, estas gemas. Celebración o no, este demi-parure es de los más antiguos del joyero, y se compone por broches, pendientes y collar. Las amatistas tienen un color muy correcto en cuanto a calidad, y un peso que por lo que vemos, descomunal. Jamás fue lucido por las siguientes reinas, y no fue hasta una visita de estado a Portugal por parte de Isabel II que lo vimos fotografiado en su plenitud. Lo que si que es verdad es que habitualmente la reina solo luce uno de los broches (es uno de sus favoritos). ¿Cómo es posible que un conjunto tan espectacular no salga más de palacio? 

 

  1. La Delhi Durbar tiara 

Esta tiara sí que la hemos podido ver recientemente (bueno, en 2005…) pero aún así queremos ponerla en relieve. Su nombre se remonta claramente a la celebración india “Durbar”, recién creada en 1911 para la coronación de los emperadores Jorge y Maria de la India. Habitualmente este tipo de eventos eran cubiertos por el Virrey en representación de la metrópoli, pero a principios de siglo era importante tener un gesto con la colonia más importante de todo el Imperio Británico. Así pues se tuvo que crear una diadema acorde a tan importante ocasión, y como siempre transformando viejas piezas. Para ello, la reina María desmontó la tiara Boucheron y pidió a Garrard crear algo espectacular (recordad que rivalizar con las joyas de los Maharajás era muy muy complicado). El resultado fue una elegantísima tiara alta llena de bucles y festones realizada en diamantes talla brillante y lagrima. Dicha pieza iba coronada por elementos transformables que podían ser cumplimentados o por esmeraldas cabuchón en lágrima (utilizadas por María también para la tiara Vladimir) o con algunos de los diamantes más grandes que contiene la bóveda de los Windsor. La importante alhaja fue lucida el día de la coronación y luego en más eventos. A posteriori, y a partir de 1946, la Reina Madre cedió la pieza a su cuñada la Reina consorte Isabel. Esta última también la usó en ocasiones importantes, y la legó en herencia a Isabel II. Por la hemeroteca, vemos que a la ya fallecida Reina, nunca le gustó esta diadema, tal vez por la altura y falta de volumen. En 2005 la entonces Duquesa de Cornualles nos sorprendió estrenándola después de estar algunos años guardada, y desde ese momento no la hemos visto más. Lo que sí está claro es que la luce con gran elegancia, tal vez por su peinado voluminoso…¿volveremos a verla ahora  que ya es reina?

  1. El broche “fringe” de la reina Victoria

Y terminamos nuestro artículo con una de esas piezas que ya por su título nos hacen contener la respiración. El termino “fringe” siempre es preludio de una pieza contundente y de buena calidad. 

En el terreno de los broches nos ha sido difícil encontrar alguno raro o que no haya salido del joyero. No deja de ser una de esas piezas “todoterreno” en términos de moda. Se puede lucir en abrigos, chales formales, o en el vestido reglamentario de corte (en el caso de la reina, siempre de blanco). Por ese motivo la gran mayoría de broches están más que localizados. Pero si hay uno que impresiona es el que abordamos ahora. Creado en 1856 por Garrard, esta alhaja no se escapa del anecdotario más jugoso: en ese año Victoria recibió un broche que según su propio diario “era demasiado grande”. Por ese motivo, y siguiendo sus párrafos privados, lo hizo readaptar para que luciera más discreto (si es que algo así puede ser discreto). Dicha pieza fue una de sus favoritas hasta que el príncipe Alberto murió. A partir de ese instante el luto se impuso y cualquier cosa demasiado brillante era rechazada. Las siguientes reinas lo siguieron usando, siendo la reina Maria una de sus más acerrimas forofas. Desde que lo heredó de su predecesora, la reina Alexandra, lo lució en retratos oficiales y recepciones. Las dos Isabel(es) siguientes también tuvieron una gran predilección por esta pieza histórica. La primera lo lució sobretodo en los años de la post-guerra.

A partir de Isabel II su uso fue decreciendo poco a poco, quedando reservado para las ocasiones más relevantes o las que tuvieran una relación directa con su creación. Así fue el caso de la visita de estado de Turquía al Reino Unido en 2011, cuando una orgullosa reina lo lució delante de un gobierno posterior a los Sultanes Otomanos. Creemos desde este blog que esta pieza seguirá reservada a momentos solemnes, como aperturas del parlamento o cenas de estado, debido a su tamaño y peso histórico. Por lo tanto, solo para las reinas.

Leer más

84 pinturas de grandes maestros que España perdió en las guerras Napoleónicas

20 Julio 2022

¿Sabías que a principios del siglo XIX hubo uno de los mayores expolios artísticos en España?. Como seguro sabrás las guerras siempre contraen pérdidas en muchos sentidos y en cuestión de pintura nuestro país tuvo un gran agujero debido a José I Bonaparte, Rey de España por un efímero tiempo. Muy probablemente estas piezas a día de hoy estarían o colgadas en el Prado, o de varios Reales Sitios de Madrid y alrededores…por lo tanto perdemos una gran oportunidad. ¿Queréis conocer más?


Una guerra que no sólo fue dura para población civil…también en los palacios reales

El período de 1811-13 fue uno de los más convulsos políticamente y socialmente en la Península. Los Bonaparte venían con intenciones reformistas en contra del absolutismo y la diferencia de clases sociales, pero debido al rechazo de su dinastía y poder, esos principios ilustrados nunca fueron aplicados. Todo lo contrario, nuestro país se vio sumido en una vorágine de guerra de independencia que se cobraría muchas vidas y que partió a una nación entera. 

Cuando el nuevo gobierno se vio totalmente acorralado en Madrid hizo lo que muchos dictadores de tercera han hecho: irse no solo con lo puesto, también con muchos bonus. Aun siendo una persona ilustrada, José I no fue la excepción y cuando se marchó arrasó con los grandes maestros españoles. Durante la batalla de Vitoria en 1813, fue encontrado el equipaje de José I, que escapó por los pelos de las tropas liberadoras. Aunque pudo llevarse consigo algún que otro lienzo valioso, un grueso de 84, como os decíamos, quedaron en el carruaje, junto un curioso orinal realizado en plata.

Continúa el periplo para el tesoro español

El general Wellington, héroe de la guerra y futuro duque, fue el que pudo liberar en esa batalla al pueblo español. En un acto de protección artística, las obras fueron llevadas a Inglaterra hasta que la contienda terminara, para así ser devueltas a sus poseedores. El traslado era fácil ya que el breve rey español se cercioró de desenmarcar y desclavar del bastidor todas las pinturas, y enrolladas con sus dibujos y grabados preparatorios. En un primer momento fueron salvaguardadas por parte del hermano de Wellington, Lord Maborough, pero con la llegada triunfal a Londres de Wellington, estas fueron depositadas en su residencia. Catalogadas a la perfección por William Seguier, conservador de la pinacoteca real y más tarde de la National Gallery, esperaban un destino muy incierto en territorio inglés.

 

Llamadas de socorro a España y posterior asentamiento en Apsley House

Cuando terminaron las guerras napoleónicas la mayoría de generales y altos mandos fueron no solo condecorados, también ennoblecidos por las distintas naciones liberadas. Por ejemplo Wellington recibió de España el título de Duque de Ciudad Rodrigo, distinción que aun mantiene la familia con Grandeza de España. Al llegar a sus tierras natales, pusieron orden en sus propias casas, ya que volvían con grandes fortunas, y había que administrarlas. Si algo tuvo claro el duque, es que con el tesoro español, se debía seguir una moral muy estricta: la devolución de las piezas era obligatoria. Fue así como en un primer momento, el 14 de marzo de 1814 le pidió a su hermano que era enviado especial en nuestro país, Henry Wellesley, cómo proceder para el traslado. Según cuentan las crónicas, no se conoció respuesta del rey recién bienvenido, Fernando VII (muy probablemente tenía otros dolores de cabeza a su llegada). Al ver que no había respuesta, Wellington quiso probar otra baza, y fue cuando contactó con el embajador en Londres de España, el conde de Fernan Nuñez. Este asimismo, contactó con el monarca en Madrid y es ahí donde hubo la resolución final: Fernando VII le concedía como regalo (además del propio título ya entregado) toda la colección de pintura. Otros monarcas (incluídos los rusos, holandeses, franceses y austríacos) harían lo mismo, enriqueciendo de forma estratosférica al héroe de guerra. Suponemos que el que lo recibió en Londres no cabría en su dicha; en ese sentido, una buena nueva le acompañaba: estaba reformando la recién adquirida Apsley House, a escasos metros de Buckingham Palace y en el arco triunfal de entrada de Hyde Park. En esta reforma pidió exprofeso realizar una galería para todo el contenido ofrecido, y fue así como una de las más magníficas salas en esta mansión urbana nació. A día de hoy, aún siendo la residencia oficial de la familia Wellesley, la planta noble y baja pueden ser visitadas y todo su contenido puede ser admirado.

 

¿Qué obras destacan entre todo el botín? 3 muy representativas

Seguro que en este momento ya os preguntáis cuáles eran las pinturas que destacaban más en toda esta incautación amistosa. Pues sí, los primeros apellidos de los grandes artistas nacionales son los que conformaron la galería. Algunos de ellos son:

El Papa Inocencio X por Diégo Velazquez

Durante su estancia en Roma pintó el retrato del Papa Inocencio X. El cuadro de cuerpo entero está colgado en la Galleria Doria Pamphilj de Roma. Se dice que el retrato de la Colección Wellington es una copia que el artista hizo para traer a Madrid.

Una carta fechada el 8 de julio de 1651 del Nuncio del Papa en Madrid afirma que Velázquez regresó de Italia trayendo consigo "un buen número de originales de los mejores pintores, así como un retrato muy parecido de nuestro Señor (Inocencio X) que su majestad (el Rey de España) ha mostrado disfrutar mucho".

Hécate: Procesión a un Sabbat de Brujas de José de Ribera

Es una copia exacta de un grabado de Agostino Veneziano. Los tonos de la carne y el hecho de que esté pintado sobre cobre podrían reflejar la influencia de las escuelas holandesa y flamenca. El tema se ha interpretado como una bruja bajo la apariencia de Hécate, la diosa de la magia, montando el esqueleto de una figura monstruosa, con su séquito. Hay una inscripción en la que se lee Raphael Urbinas inventor, lo que implica que se trata de un diseño original de Raphael.

El vendedor de agua de Diego Velázquez 

Se trata de uno de los primeros cuadros más famosos de Velázquez, realizado en su ciudad natal, Sevilla, cuando era un muy joven antes de trasladarse a Madrid.

La escena representa un anciano con ropas harapientas sirve agua a sus dos clientes; el joven del primer plano aparta su pálido rostro del aguador de piel oscura, el segundo cliente está en la sombra. El uso de la luz para modelar sus personajes y producir un retrato sombrío y conmovedor demuestra la habilidad del artista. El espectador no es invitado a entrar en el cuadro, los sujetos apartan su mirada no sólo de nosotros, sino también de los demás.

Leer más

Suscríbase a nuestra newsletter

© Subarna - Todos los derechos reservados

Política de Cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar el uso del sitio web y mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias sobre la base de un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas visitadas).

Tenga en cuenta que, si acepta las cookies de terceros, deberá eliminarlas desde las opciones del navegador o desde el sistema ofrecido por el propio tercero.

Cerrar

¿Ha olvidado su contraseña?

registrarse