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Subarna consigue vender un dibujo Picasso a 85.000€

15 Octubre 2021

La casa de subastas barcelonesa subastó el 7 de octubre una obra preparatoria para La comida del ciego de Picasso por 85.000€. Se trata de una obra trascendental en la trayectoria del pintor malagueño y, más en concreto, de su etapa azul, una de las más conocidas por el público. 

 Según nos cuenta Juan Carlos Bejarano, uno de los expertos en pintura de esta sala, un día se acercó a Subarna un particular aduciendo que poseía una obra de este artista. Cuando se trata de grandes nombres, por lo general y en un primer momento se suele desconfiar, ya que habitualmente se trata o de reproducciones o copias. Sin embargo, al verlo al natural, la primera impresión fue positiva, dada la seguridad del trazo y de la firma; además, el soporte era una tarjeta postal, un material reutilizado y humilde, muy acorde con la pobreza en la que se hallaba sumergido por aquellos años Picasso: sólo quedaba verificar si la obra aparecía reproducida en el famoso y enciclopédico catálogo razonado de Zervos (la “biblia” para cualquier estudioso en la obra de este genio). Efectivamente, allá aparecía junto a otros dibujos preparatorios que Picasso había esbozado para su obra maestra La comida del ciego (1903, The Metropolitan Museum of Art, Nueva York). 

La investigación continuó intentando trazar la historia y orígenes de la creación de este dibujo. Así, la localización geográfica fue clave para descubrir ciertos detalles: por ejemplo, se trata de una obra estrechamente vinculada con Barcelona, donde ejecutaría esta pieza. En ese sentido, resulta fundamental el testimonio dejado en una carta escrita a su amigo el poeta francés Max Jacob, donde le explicaba: "Estoy pintando a un ciego en una mesa. Sostiene un trozo de pan en la mano izquierda, mientras que con la derecha alcanza una jarra de vino. Hay un perro cerca que lo mira. Estoy bastante contento con él [aunque] aún no está terminado". Por tanto, se trata de una obra que seguramente fue realizada entonces, en agosto de 1903, en Tiana (Barcelona), donde se alojaba en la casa de la familia Reventós. 

Por fechas y localización, se trata en consecuencia de una de las escasas creaciones de su etapa azul realizadas en Barcelona y que aún existían en colecciones particulares barcelonesas; además, tiene el aliciente añadido de que se había dado por perdida esta pieza durante décadas, reapareciendo sólo ahora: como podemos ver, ¡siempre hay Picassos por localizar o recuperar, nunca es un capítulo cerrado para la fascinación de los amantes del arte!


Una firma auténtica y una anterior, apócrifa

Un detalle que seguramente llama la atención es que la firma que aparece en la reproducción de Zervos difiere completamente a la del dibujo hoy aparecido. Pero esto tiene una explicación. En algún momento que aún desconocemos, alguien que no era el autor del dibujo dejó en la esquina inferior derecha una firma falsa. No obstante, los primeros propietarios de la obra, los hermanos Junyer-Vidal, amigos íntimos del pintor malagueño y poseedores de una importante colección de obra suya -entre ellos, algunos dibujos, como éste-, le pidieron a Picasso, probablemente a finales de los años 50 o principios de los 60 del siglo XX-, que firmara él mismo la obra (como así hizo con otras creaciones suyas), procediendo a eliminar la anterior: una prueba de que estamos hablando del mismo dibujo es que aún se puede percibir ligeramente la leve presencia de aquella primera firma, cerca de la más reciente y auténtica. 

Todo esto demuestra, por tanto, que tenemos la ocasión de haber podido recuperar una de las escasas obras del período azul realizadas en Barcelona que aún seguían en esta provincia, ya que el grueso se encuentra hoy día diseminado en colecciones -privadas y públicas- de todo el mundo, dada la gran demanda de obras de este período en la carrera artística de Picasso. Es por ello que es la primera vez que la obra se muestra al público en color, con la firma autógrafa de Picasso. En ese sentido, Subarna se muestra orgullosa de darlo a conocer al mundo y haber podido recuperar esta joya artística. 

 


La ceguera como tema dorsal en la carrera de Picasso

En lo que concierne a la temática, la ceguera fue recurrente a lo largo de toda su vida, como así han reconocido los máximos expertos en el artista, Roland Penrose o John Richardson: por un lado, Picasso sentía miedo a quedarse ciego a través de la sífilis, ya que no olvidemos que era un  asiduo a los burdeles (recordemos su cuadro Las señoritas de Avignon, 1907, MoMA, Nueva York). Era, por tanto, un miedo fundamental,  ya que como pintor su principal herramienta de trabajo era la vista. En ese sentido, Bejarano recuerda que en esa misma época el padre de Picasso, también artista, estaba perdiendo la visión. Subarna aporta con esta obra, pues, un nuevo ejemplo autobiográfico, de un tema trascendental en esta etapa en concreto del artista malageño.  

   Siguiendo el tema de las lecturas simbólicas, Carles Junyer Vidal, su primer propietario, se refería a esta obra como parte de “una nueva serie” sobre “martirios contemporáneos” (en palabras del experto John Richardson), entre la que podríamos encontrar otros lienzos magistrales de entonces, como El asceta, El viejo guitarrista, Tragedia o El mendigo ciego, pintadas justo después de su obra más importante del período azul, La Vida. Se trata de imágenes de vejez, miseria y ceguera, que nos recuerdan a las preocupaciones de la Generación del 98, pero transfigurados por sus intereses en las imágenes sacras (El Greco, Luis de Morales), deviniendo así estos personajes una especie de nuevos santos y santas. Es una reinterpretación simbolista del sacramento cristiano, de la bendición del pan y el vino como la carne y sangre de Cristo, a la luz de las experiencias reales y miserables de la bohemia que padecía por entonces Picasso. Por tanto, para reforzarlo, el pintor se sirvió de la iluminación y cromatismo azulado de El Greco, que interesó a tantos artistas en la encrucijada entre el siglo XIX y XX, para potenciar el misticismo de la escena.

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Subarna cumple 1 año de colaboración con Drouot Digital

14 Septiembre 2021

Siendo una de las casas de subastas más antiguas del mundo, el famoso “Hôtel de Ventes” parisino fue fundado en 1850 y evolucionó en 2014 como marketplace internacional. Este importante centro (tanto físico como digital) aglutina 70 casas de subastas y facilita la venta del arte y joyas de alrededor de 150 países en todo el mundo. ¿Cuál es su origen, su progreso y resultados históricos? ¡Descubrámoslo!

 

SU FUNDACIÓN

Sus inicios como casa de subastas se remontan a principios del siglo XIX cuando París se estaba convirtiendo en la capital mundial del mercado del arte, por encima incluso de Londres y Roma. El comienzo fue difícil ya que sufrieron varios traslados y asociaciones entre muchos inversores, para establecerse finalmente en 1852 como Salle de Ventes Drouot. Un total de 14 habitaciones se distribuían en un elegante edificio de 2 plantas diseñado específicamente por Lejeune y Levasseur. Año tras año y hasta las últimas décadas del XIX esta importante sala sobresalió como la primera de la capital del Sena.

 

AMPLIACIÓN Y APOGEO

Hasta los años 50 del siguiente siglo Drouot vendió desde colecciones aristocráticas y reales a otras relacionadas con artistas tales como Émile Zola o Jacque Doucet. Por otro lado las grandes casas solariegas de todo Europa acudían a esta sala debido a la calidad de sus objetos, joyas y pinturas: uno de los ejemplos más destacados es el Palacio Cerralbo de Madrid, perteneciente en esa época a los XVII marqueses de Cerralbo. Actualmente museo, esta casa contiene un alto contenido de piezas que fueron compradas a finales del XIX y pps del XX a Drouot. En 1950 aconteció su 150 aniversario y por ese motivo el Mobilier National puso a disposición una importante colección de piezas entre tapices y muebles para su subasta. En tan importante momento el presidente de turno francés, Vincent Auriol inauguró la exposición.

 

REFORMA Y SALTO VIRTUAL

Otro presidente francés, en este caso Jacques Chirac, fundó en 1980 el actual edificio, 100% modernizado y adaptado a las necesidades de las subastas contemporáneas. Fueron pasando las décadas y con ello Drouot supo de nuevo adaptarse al momento que vivía: en 2009 fundó un nuevo sitio web con subastas online donde cualquiera de sus agregados podía poner a disposición del cliente un catálogo en línea. El gran salto llegó en 2014 cuando construyeron el marketplace que conocemos actualmente, dónde no sólo encontramos arte online si no también en streaming: cualquier casa de subastas podía transmitir en directo su licitación y sobre todo, recibir pujas al instante desde cualquier parte del mundo.

 

ALGUNOS DE SUS RECORDS

-Un sello imperial del período Qianlong fue vendido por 21 millones de euros por la casa Pierre Bergé & Associés. Este es un récord mundial para un sello. Procedente de una colección privada, este sello imperial ha permanecido en la misma familia desde que fue adquirido a finales del siglo XIX por un joven coleccionista que era médico de la Armada.

-Un álbum de Imperial Ming Dynasty se vendió por 7.800.000  €.

-Un jarrón de porcelana china, que data del siglo XVIII , fue rematado en 1,020,833  € (incluidos los gastos) por la compañía de subastas Pescheteau-Badin

-El récord francés de una pintura de Vasili Ivanovich Shukhaev se alcanzó el 16 de diciembre de 2009 con el Retrato de Daria Kamenka (1924).

-Récord mundial con una obra del escultor Pablo Gargallo vendida por 683.200  € (gastos incluidos) por Brissonneau Daguerre, 20 de noviembre de 2009.

-Con un importe total de  3.350.000 € y más de 20.000 visitantes durante las exposiciones, la subasta del mobiliario del Hôtel Royal Monceau, que tuvo lugar del 19 al 22 de junio de 2008, rompió todos los récords en esta área.

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Por todos los motivos que hemos expuesto en este artículo, Subarna se unió a las subastas en streaming de Drouot hace un año, consiguiendo ventas a través de dicha plataforma únicas en su género y remate. Si tienes obras que consideras que pueden encajar en el mercado francés y dicha plataforma, recuerda que puedes realizar tu tasación gratuita con nosotros haciendo click aquí

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El legado Greville: Un gran regalo al joyero real de los Windsor

04 Agosto 2021

¡Volvemos a escribir sobre los mejores joyeros reales del mundo! (muchos de vosotros nos lo habéis pedido). En este caso podríamos hacer un gran, grandísimo repaso a las joyas de la familia real británica pero queremos acotar, acotar a una colección aún muy desconocida por muchas personas: la colección legada en 1942 por la Sra. Margaret Greville (1863-1942). Algunas de las alhajas que veis en actos oficiales y familiares forman parte de esta controvertida herencia, pero pocos son capaces de detectar cuáles. ¿Queréis descubrirlas? Miremos primero el contexto.

 Contexto y retrato de una snob



Nacida como Excma. Sra. Margaret Helen Anderson, era hija de William McEwan, un multimillonario del sector cervecero inglés, y de Helen Anderson, anterior cocinera y amante de William. Su educación estuvo a la altura de los grandes apellidos del Imperio Británico, teniendo los mejores tutores y aprendiendo como las damas de la época, aislada y sin un contacto muy directo con la sociedad real del momento. Ese hecho propició, creemos desde Subarna, un carácter que más tarde marcó toda su vida: una mezcla entre el esnobismo inglés junto con una distancia propia de una alteza real o serenísima (sin ser nada de esto ella). Ya en la edad adulta se casó con Ronald Greville (adoptando su apellido hasta su muerte), aumentando considerablemente ambos su fortuna. La Reina Madre, que se haría muy amiga de ella, la describió de la siguiente manera:

"Tan astuta, amable y tan divertidamente cruel, aguda, y muy  traviesa; en conjunto una persona genuina, un personaje".

Cecil Beaton la describió no tan amablemente como:

"Un viejo sapo galopante, codiciosa y esnob, que se regó las costillas ante la vista de la realeza y del Príncipe de Gales, y no hizo nada por nadie, excepto por los ricos".

La herencia

Con esta definición personal por parte de sus allegados entendemos en cierta manera el por qué de su legado: era un golpe final para encumbrarse póstumamente en los ambientes reales que tanto codició toda su vida (sin recibir nunca un título nobiliario por parte de los Windsor). Tanto fue su acercamiento y sus alabanzas a tan rancia familia que en 1942, al morir, la propia Reina Madre remitió en varias cartas a conocidos suyos que "tenía una gran curiosidad por saber qué pasaría en la lectura testamentaria". Y su curiosidad llamó al destino, ya que le legó personalmente a ella una gran finca repleta de tesoros (que por estética la Reina la traspasó automáticamente al National Trust), una colección de joyas que concierne a este artículo y lo más sorprendente, un fideicomiso para la princesa Margarita, por ser la hija pequeña de los monarcas (y por tanto sin recursos en un futuro próximo). 


Hemos de matizar por último y antes de zambullirnos en este magnífico joyero, que tal legado causó un gran estupor en la sociedad de la Segunda Guerra Mundial. La Reina intentó mantener en secreto esta herencia debido a las penurias que pasaba la sociedad, tal y como le confesó por carta a la Reina Madre María, y cuando el caso estalló, el propio parlamento británico le pidió cuentas a Isabel. Cuando vieron que todo estaba en orden y era legalmente lícito, los Windsor se quedaron tranquilos. Por deferencia al pueblo, no lucieron una sola pieza de los Greville hasta 1947, pasada ya la contienda. 

Descubramos 9 piezas que sabemos de primera mano que saltaron del plebeyo joyero al más real de todos.

1. La tiara tipo panal de abeja Greville

Esta es de las piezas que más impresionaron, seguro, a la Reina Isabel cuando le fue revelado que sería para ella. Fue realizada por Lucien Hirtz, diseñador principal de la casa Boucheron, en un elemento muy típico de los historicismos de finales del XIX y principios del XX, el panal de abeja (ampliamente asociado al estilo imperio). Al principio constaba sólo de las tres líneas y media de brillantes montados en esta curiosa morfología, pero al heredarla la reina tuvo un capricho (¿más?) en cuestión estética: aumentó su altura añadiendo, por la casa Cartier, seis hornacinas con diamantes de gran tamaño que le pertenecían, en talla marquise y brillante. Este sencillo pero costoso arreglo le confirió a la diadema un cierto aspecto de verticalidad y una vocación mucho más regia, ¿no créeis?. Como el resto de piezas de este importante conjunto, en 2002 pasaron a la Reina Isabel II y esta la cedió en lo que parece a título perpetuo a su nuera Camilla Parker.

 

2. El collar festón Greville

Si la anterior tiara ha generado en ti un efecto WOW, este pesado collar hará que infartes al instante. Fue diseñado por Cartier para nuestra opulenta protagonista y en su origen sólo contenía dos filas de brillantes engarzados en pequeñas piezas cuadrangulares. En 1929 Margaret creyó que estas dos bandas no eran suficientes para ella y su nuevo estatus social y encargó a la misma casa tres más, enganchándose con dos hebras al diseño original. Es así como llegó a los días de el legado Greville a la Reina Isabel (1942) la cual luciría esta pieza en ocasiones sumamente importantes ya como Reina Madre, como en una visita de estado de Francia. Cuando murió en 2002, esta, junto al resto del joyero de los Greville pasó a su hija, que jamás luciría esta magnífica alhaja. Directamente, en 2005, se la cedió a Camilla Parker Bowles, quien la ha lucido en varias ocasiones en su versión extendida de cinco hileras.

 

3. Los pendientes chandelier o de araña Greville

¿Puede una joya en diamantes contener todos los tipos de corte? Si pensáramos en ello probablemente nos vendría a la cabeza un esperpento de pieza, pero en este caso, es el súmmum de la elegancia y el buen gusto. En su origen se trataba de unos pendientes cortos con sólo dos tallas, pero como hiciera en el collar festón, Margaret las aumentó de tamaño y modificó para que parecieran una "chandelier" art decó. El resultado, lleno de movimiento contiene la talla esmeralda, pera, cuadrado, media luna, trapecio y baguette y fueron una de las piezas que los dos monarcas cedieron directamente a la princesa Isabel cuando se casó con Felipe Mountbatten en 1947. Por ese motivo la joven heredera las lució con gran frecuencia en los eventos más formales durante toda la década de 1950. Al subir al trono las relegó para eventos muy puntuales, ya que accedió a conjuntos más ligados a los Windsor en cuanto a historia y pasado dinástico.

 

4. El broche de lazo Greville

¿Volvemos a una joya de infarto? ¡Claro que sí!

En este caso esta pieza fue localizada en el legado de los Greville no hace muchos años, gracias a la publicación "The Queen's diamonds" de Hugh Roberts. ¿Por qué? este broche, creemos, fue considerado demasiado aparatoso por parte de la Reina Madre y sólo fue lucido en dos ocasiones. Al heredarlo Isabel II, tampoco fue sacado de su estuche. El origen de este es incierto en cuanto a su montaje, pero hay teorías que afirman que se construyó a partir del desvalijo de una importante tiara de Margaret. Con las piedras restantes (que no serían pocas) se pudo crear tanto la "honeycomb" tiara como este lazo hipnótico "full" de brillantes. 

 

5. El collar de esmeraldas Greville

Este collar es una de las apariciones de la piedra de color que tanto deseábamos conocer. Su origen es aún muy incierto, ya que una publicación en relación a las joyas secretas creadas por la casa Boucheron lo atribuyen a dos ilustres propietarias: la primera sería Maria Antonieta de Francia y la segunda Josephine Beauharnais. Por probabilidades muchos expertos descartan a la reina de Francia, ya que ni su joyero tenía predilección por las esmeraldas (si no por los diamantes blancos, perlas y los zafiros más borbónicos) ni se conocen muchas piezas con esta gema. Si se pudiera asociar a alguien sería a Josefina ya que tuvo no sólo un joyero camaleónico y mastodóntico, si no muy variado en cuanto a gemas. Fuere como fuere, esta pieza se montó para la srta. Greville y más tarde pasó a la Reina Madre que lo usó en varias ocasiones importantes. Se sabe que este perteneció a Margaret ya que la esposa de Eduardo VI no empezó a usarla hasta finales de los años 40, y no aparece en ningún inventario del joyero real o como regalo de algún evento significativo en el matrimonio.


6. El broche en bucle Greville

Os presentamos tal vez una de las joyas más sencillas en cuanto a valor gemológico pero digna de ser destacada tanto por su elegancia como por el uso de las dos reinas poseedoras que os hemos hablado. Fue creado en 1929 por la casa Cartier para uso poco formal, tal y como harían las herederas de este. La Reina Madre lo usó en infinidad de ocasiones en eventos tanto de tipo caritativo como más formales, e Isabel II seguiría la misma estela. Sencillo pero resultón, ¿no?

 

7. La tiara Kokoshnik de esmeraldas y diamantes Greville

Esta diadema fue realizada en 1921 por la casa Boucheron de nuevo para nuestra ilustre invitada de hoy. Hay poca información sobre esta pieza ya que (casi) nadie de la familia real la ha lucido en los casi 100 años que lleva guardada en sus cajas fuertes. Saldría a la luz en 2018 cuando la princesa Eugenia de York se tocó su peinado con tan elegante tiara el día de su boda, a conjunto no solo con sus pendientes si no con sus ojos también. Hay varias teorias por las que se especula su falta de protagonismo en los Windsor y una de ellas la descubrimos al ver el perfil de dicha joya: para ser fijada debe ser colocada alrededor de toda la cabeza, ya que tiene forma totalmente circular (casi totalmente cerrada) con lo cual, más de dos horas con ella pueden ser una tortura. Además princesas y reinas británicas están acostumbradas a piezas de más altura y raramente les vemos con pequeñas tiaras, así como si las apreciamos a los holandeses, belgas o noruegos. 

 

8. Los pendientes “gota de agua” Greville

¿Importa el tamaño? en las joyas creemos que sí. Estos dos increíbles pendientes fueron realizados por la casa Cartier con unos increíbles diamantes genuinamente seleccionados de 20,66 y 20,26 quilates cada uno. Tanto por su elegancia como por su aspecto majestuoso, fueron ampliamente usados por la Reina Madre tanto en eventos de día semi-formales como por los nocturnos de gala, siendo conjuntados habitualmente con la tiara en forma de panal de la misma Margaret. Isabel II también los usaría, pero con menor frecuencia, ya que ya como monarca (que no consorte) se decantó una vez más por pendientes más asociados a la dinastía, como los de coronación (con similares características pero mayor tamaño).

 

9. Collar bandeau floral en diamantes y rubíes

Más color para las colecciones reales inglesas: este vertiginoso collar entró en el joyero de la srta. Greville en 1907 cuando lo adquirió en París a la casa Boucheron. Realizado con unos rubíes muy vívidos e infinidad de diamantes, esta pieza no está hecha para cualquier dama. Su forma en puntiaguda V y su largada desafía al escote en gran manera. Por ese motivo cuando le fue regalado a la joven princesa Isabel en su boda con Felipe Mountbatten, lo primero que hizo fue desmontar dos partes en ambos extremos. Al sacar dos secciones de flores, el collar subió unos tres dedos, y el escote no quedaba tan comprometido. Durante la juventud de la princesa Isabel apareció en multitud de ocasiones, pero como ha ocurrido con otras piezas de este joyero plebeyo, cuando entraron en juego las joyas dinásticas de la familia tras su acceso al trono, este atrevido collar fue apartado de la primera línea. Sería para la cena de estado a España de 2017 que reapareció en préstamo a Kate, duquesa de Cambridge, y más tarde también con la Reina Isabel en otra cena de estado. ¿Alguien de vosotras se atrevería a lucirlo en su versión más larga?

 

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