A los conocedores de la situación politico-social de Medio Oriente les habrá chocado el titular de este artículo. ¿Arte contemporáneo en un país Teocrático? ¡Pues sí! Una de las cosas positivas de la "Revolución Blanca" promovida por el Shah de Persia fue la integración del arte moderno en un país muy atrasado en esa materia. Pero, ¿cómo se gestó? ¡Os lo contamos!

Orígenes


Jackie Kennedy, los Emperadores de Persia y JF Kennedy en 1962. Paul Slade/Paris Match via Getty Images.

En 1975 el emperador de Persia asistía invitado en visita de estado a la Casa Blanca con su deslumbrante tercera esposa Farah Diba. Culta hasta la médula (estudió arquitectura en París) encontró en esta importante cita un inesperado enlace con el arte contemporáneo. A lo largo de la velada le fueron presentados los grandes personajes del momento. Entre ellos estaba un ya consolidado Andy Warhol, el qual le causaría un gran impacto.. Fue así como un año más tarde, éste la visitó en el Palacio de Niarvarán (Teherán) para retratarla con su polaroid. La admiración ya era mutua en ese momento, tanto personal como por el moderno Irán que vio el artista. Del norte de la capital, donde se situaba el complejo Imperial afirmaría que le encontraba gran parecido a Beverly Hills (¿piropo o crítica?). De esta sesión salió un retrato pintado de ella y el encargo de realizar otro para su marido. Pero más importante aún fue la introducción de los Pahlavi en los círculos artísticos de la época. ¿Con qué intención?

Farah y Warhol junto a su retrato en 1977. (fuente: Alamy)

Se gesta un nuevo Museo de Arte Moderno en Teherán

A partir de ese momento Farah ve en la pintura y escultura del siglo XX una oportunidad para abrir al mundo el atrasado Iran de 1970. ¿Pero por dónde empezar? Lo primero fue el financiamento: los petrodólares en esa época corrían como la pólvora por ministerios y ahí la joven emprendedora vio la oportunidad. Desinteresado desde el primer momento, el Shah le entregó un cheque en blanco en forma de fideicomiso a través de la "National Iranian Oil Company" (de la qual se rumorea que ellos eran los principales accionistas). Una vez obtenido el dinero, ¿cómo proceder?. De nuevo los contactos llamaron a la puerta. Asesores de nada más y nada menos que del Metropolitan de Nueva York y de la Fundación Maeght vinieron al rescate y empezaron a organizar la pequeña colección que ya tenian, formada por Picassos, Renoirs o Rodins. 

¿Qué comprar en subastas y cómo exponerlo?

Una obra de Mark Rothko que formó parte de la colección inicial Imperial. (credit: Getty Images)

La colección debía hacerse grande principalmente con artistas vivos internacionales e iraníes: primaron compras en Christie's, Sotheby's y las mejores casas de subastas de pinturas y esculturas Salvador Dalí, Marc Chagall, Henry Moore, Joan Miró o Francis Bacon. Destacan por ejemplo obras de De Kooning, el retrato de Mick Jagger o Mao Tse-tung por Andy Warhol, un desnudo de un hombre en forma de tríptico de Bacon, o varios Rothko en tonos ocres y marrones. Por otro lado Henry Moore sería el protagonista en escultura tanto de exterior como de interior.

Una vez reunida una colección digna (valorada aproximadamente en cuatro billones de dólares) el comité organizador con Farah en la cabeza se dispuso a buscar un espacio óptimo para dicha colección. Cosas del destino (irónicamente, claro está) el proyecto cayó en manos del primo hermano de la monarca, Kamman Diba. Eludiendo esta especie de nepotismo tan típico en las monarquías de Oriente, el edificio fue una verdadera obra maestra, inspirado en la obra racionalista francesa y alemana. Una planta perfectamente configurada y a medida de las obras adquiridas junto con un juego de claraboyas para aportar luz natural fueron los highlights de dicho edificio. La inauguración reunió la crème de la crème mundial en 1977, siendo Nelson Rockefeller uno de los invitados de honor. Farah se ganaría de su amigo Warhol el bien merecido apodo de "Jackie Kennedy Iraní".

El edificio para el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán (via Alamy)

La caída de los Pahlavi y el hundimiento del proyecto cultural

En 1979 se organizó una revolución relámpago, promocionada por islamistas radicales y el Ayatollah Jomeini que cogió por sorpresa a un Shah de Persia que no había cumplido todas las promesas modernizadoras del principio de su mandato. El dinero, como decíamos al principio del artículo, fluía, pero no llegaba a todos los estratos sociales. La propia emperatriz Farah afirmó desde el exilio que "lo que al principio fue una bendición (los petrodólares) luego fue su gran problema". Así distintos grupos, ayudados por la URSS irrumpieron en el gobierno Iraní, obligando a todos los Pahlavi exiliarse, marchándose casi con lo puesto (y una fortuna en Suiza estimada en 30.000 millones de dólares). Atrás quedó el proyecto de mejorar y enriquecer el museo y crear un verdadero epicentro cultural en el centro de Asia. Lo peor de todo llegaría con la radicalización del nuevo gobierno teocrático: las obras consideradas ofensivas como "Gabrielle con la blusa abierta" de Renoir o las de carácter homosexual de Bacon serían guardadas en el sótano del Museo Imperial. La mayor parte de la colección sería sustituida por escultura y objetos persas milenarios y no sería hasta los años 90 y 2000's que poco a poco ciertas obras serían recuperadas. La última vez que salió del país fue en 2016 en Berlín y visitada con cierta nostalgia por la ya ex-emperatriz.