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Las antigüedades de Pompeya y Herculano: fama y secretismo

19 Oct 2020

Pompeya y Herculano fueron, como explica en este artículo nuestro colaborador Enric-Eduard Giménez, el germen de una nueva manera de entender el coleccionismo de antigüedades: del secretismo a la divulgación controlada de los tesoros de los Reyes de Nápoles, varios factores fueron decisivos para la expansión del neoclasicismo. ¿Queréis conocerlos?

El Descubrimiento

Cuenta la tradición, que el descubrimiento de Herculano y Pompeya, fue consecuencia de un acontecimiento fortuito. Los reyes de Nápoles, Carlos VII (luego Carlos III de España) y María Amalia de Sajonia salieron a pescar en mayo de 1737 y, sorprendidos por una tormenta, se refugiaron en el puerto del Granatello al sureste de Nápoles. Enamorados del lugar decidieron construir un palacio allí, el Palacio Real de Portici, y en el contexto de la construcción el ingeniero Roque Joaquín de Alcubierre descubrió Herculano en 1738 y Pompeya en 1748.

Maravillado por tales descubrimientos el rey fomentó las excavaciones “arqueológicas” y en 1758 fundó un museo en el propio palacio, el Museo Ercolanense. El museo alcanzaría tal fama y sería tan esencial para la difusión del gusto neoclásico por Europa, que Goethe lo calificó de “el alfa y el omega de todas las colecciones de antigüedades”. Sin embargo, pese a la fama, el estudio y la difusión de las fabulosas antigüedades con frecuencia tuvo que hacerse “a pesar de” Carlos VII, su hijo Fernando IV, el director Alcubierre y la larga retahíla de “conservadores” y funcionarios palatinos.

Entrada original al Museo Ercolanense del Palacio Real de Portici, actual Facultad de Agricultura de la Universidad de Nápoles. (Font: Twitter Antigua Roma al Día)

En primer lugar, no habría que olvidar que en realidad los yacimientos habían sido descubiertos, sin saberlo, por el príncipe de Elboeuf a inicios del mismo siglo, también durante la construcción de su villa de recreo, la Villa d’Elboeuf. Pero no siendo un erudito, el príncipe se había dedicado a decorar su casa con las antigüedades encontradas y a regalarlas a importantes personalidades de la época como el príncipe Eugenio de Saboya o el rey Luis XV de Francia.

Asimismo, pese a la celebridad, Pompeya y Herculano deben inscribirse en una larga ristra de colecciones de antigüedades y descubrimientos que también fueron esenciales en la configuración de un gusto neoclásico, como el palacio imperial de Diocleciano en Spalato, el Museo Pío-Clementino o la colección de la Villa Borghese. Cierto que los descubrimientos en las afueras de Nápoles tuvieron siempre dos características únicas: la cantidad de piezas que iban saliendo del suelo sin parar y el magnífico estado de conservación en el que se encontraban las pinturas.

Sin embargo, como ya hemos dicho, el acceso a las colecciones del palacio de Portici siempre fue, cuando menos, problemática. En 1739, apenas un año después del descubrimiento, un viajero destacaba que le enseñaron la colección personas “malhumoradas y hurañas”. El célebre Winckelmann, por su parte, pudo inspeccionar con calma la colección solo después de un extenuante papeleo. Goethe, en su visita de 1787, recibió la prohibición expresa de dibujar cualquier pieza (el “no photos” de la época), aunque años antes, en 1775 se había empezado a tolerar que los visitantes pudieran tomar notas bajo la estricta vigilancia de un ujier. Así, la difusión de todas esas piezas tuvo que hacerse “a pesar de” sus dueños y muchos viajeros publicaron grabados de las mismas hechos de memoria, como Cochin en sus Lettres sur les peintures d’Herculanum (1751) o el marqués de Caylus con el Recueil d’antiquités (1752). Ni que decir que estos recopilatorios tenían más cualidades artísticas que arqueológicas.

Difusión

Tras la fundación del museo en 1758, Carlos VII tomó la iniciativa de difundir las piezas, pero a su manera. Se hacía a cuentagotas y no quería que nadie lo hiciera por él, mostrando un notorio recelo en pleno siglo de la Ilustración. La publicación en 1750 del estudio Admiranda Antiquitatum Herculanensium por Antonio Francesco Gori, un erudito florentino, horrorizó al monarca, “que no quería que se estudiase en Florencia lo que él deseaba que permaneciese oculto”. Así, en paralelo a la fundación del museo, el rey patrocinó la edición de la “guía oficial” del mismo, ocho enormes y lujosos volúmenes con detallados grabados que se publicaron de 1757 a 1792. Pero dichos volúmenes de Antichità di Ercolano esposte no llegaron al gran público, ya que jamás se pusieron a la venta, el rey se reservó el derecho de regalarlos a quien considerara merecedor de ellos y eruditos y personalidades varias se pelearon por ellos.

Grabado representando a Baco y Ariadna  en  Antichità di Ercolano esposte. (Font: Italianways)

Por lo tanto, el gran público tuvo, de nuevo, que circunvalar los gestores del prestigioso museo y la difusión se hizo “a pesar de” más que “gracias a”. Los exclusivos grabados de las Antichità di Ercolano esposte no tardaron en copiarse y ofrecerse a un público más amplio. En 1773 en Londres de publicó una selección de grabados de las pinturas y en 1789 el grabador italiano Tommaso Piroli empezó a publicar Antiquités d’Herculanum, una versión con bellos grabados pero con textos mucho más ligeros que las erudiciones de Antichità di Ercolano esposte.

Es interesante notar cómo, siendo Herculano la primera ciudad descubierta, las antigüedades se calificaran de “herculanenses y de otros sitios”. Pero también había una clara voluntad de asociar todas las antigüedades a la promoción regia y un cierto oscurantismo intencionado respecto a la procedencia de las piezas. Sin embargo, pronto Pompeya tomó el relevo, en primer lugar porque era un yacimiento mayor y más rico y, muy importante, porque estaba a la vista de todos frente a los oscuros pozos de se tenían que trazar en Herculano y a los que solo tenían acceso los funcionarios reales.

Finalmente, la iconografía herculanense y pompeyana acabó inundando Europa pese a los impedimentos, al secretismo y al control. Sus motivos decorativos llegaron a la Syon House de Londres, a los aposentos de Catalina la Grande en Tsarskoye Selo, al coqueto castillo de Wörlitz en principado de Dessau, o a los costosos papeles pintados que Carlos IV encargó para el “Salón de Besamanos” del palacio de La Granja de San Ildefonso. 

Por otro lado Casas de Subastas como la de Jean-Baptiste-Pierre Lebrun en París, del cual hay otro artículo en este blog, propiciaron la compra-venta de antigüedades de este tipo en Francia. En la década de 1780 este famoso establecimiento se especializó en piezas romanas y griegas, y gracias a ello el gusto parisino moduló hacia el clasicismo más arqueológico y menos fantasioso.

Red Drawing Room en la Syon House de Londres. (Font: Josep Solé Llagostera & Syon House and Park Trust)

Otra problemática del museo fue su constante crecimiento, que impidió cualquier tipo de organización precisa y racional. Winckelman indicó que al principio el museo tenía cinco salas, luego, en 1763, habían crecido hasta doce, en 1771 eran catorce y en 1796 dieciocho. Todas ellas se situaban en la planta baja del palacio cara al mar, con un acceso directo desde la calle. También las colecciones estuvieron constantemente variando de sitio, en 1760 las pinturas antiguas (quizás lo más célebre del museo) estaban en un puñado de gabinetes del primer piso del ala cara al Vesubio, luego en varias salas y hacia 1796 se trasladaron a la planta baja cara al mar, junto a las esculturas y justo debajo de los aposentos de la reina María Carolina de Nápoles.

Ante el constante crecimiento de las piezas, la presión para que fueran mostradas al público sin tantas trabas y la difícil coexistencia del museo y el palacio real en el mismo edificio, se empezó a plantear su traslado a un edificio más adecuado. En 1774, Fernando IV se planteó instalarlas en el palacio de Caserta, pero durante más de diez años no se hizo nada. En 1788 se volvió a plantear el traslado, pero esta vez al Palazzo degli Studi en Nápoles (antigua universidad). La medida fue aplaudida por eruditos y viajeros e incluso se llegaron a hacer grabados imaginando cómo sería ese traslado que parecía inmediato. El célebre arquitecto Ferdinando Fuga fue el encargado de adaptar el viejo edificio destinado a los nuevos “Reales Museos y Academias”. Sin embargo, para disgusto de muchos, el museo nunca llegó a abrir, permaneció vacío esperando, mientras las antigüedades seguían recluidas en Portici solo vistas por los pocos privilegiados que obtenían una autorización. Hubo que esperar a la hecatombe para que el museo se abriera al fin.

Grabado representando la imaginaria inauguración del museo de Nápoles en 1778, de Duplessis Berteaux coloreado por Louis Jean Desprez.

En 1806, con Fernando IV huido a Palermo con decenas de cajas de antigüedades y José Bonaparte sentado en el trono napolitano, empezó el traslado de piezas al museo público, proseguida por Joachim Murat y acrecentado por nuevos hallazgos. Restaurado Fernando IV en el trono en 1815, las antigüedades exiliadas a Palermo fueron directamente al museo de Nápoles, sin aspavientos y un poco de tapadillo. Eso sí, el museo fue pomposamente renombrado Real Museo Borbonico, en un intento por hacer olvidar que habían sido los Bonaparte los que finalmente lo habían abierto al público. Solo algunas pinturas siguieron estando en Portici hasta 1827, cuando todo partió definitivamente a Nápoles. Fernando IV había muerto en 1825. No obstante, precisamente en 1827, la condesa Potocka aún destacaba que tras un extenuante proceso para conseguir autorización para dibujar las piezas, al llegar al museo de Portici le dijeron que solo podría dibujar las piezas de las que ya había reproducciones.

Bibliografía básica

 
ALLROGGEN-BEDEL, Agnes; KAMMERER-GROTHAUS, Helke (1983). "Il Museo Ercolanense di Portici" en La Villa dei Papiri (Cronache Ercolanesi, Supplemento 2), pp. 83-128.
 
NOGUERA CELDRÁN, José Miguel (2009). "El “gabinetto segreto” del Museo Real de Portici y las esculturas de tema erótico del rococó helenístico" en Sexo y erotismo: Roma en Hispania (Catálogo de la exposición, Museo Arqueológico de Murcia, 6 de mayo – 5 de julio de 2009), pp. 68-95.
 

PRAZ, Mario (1982). Gusto neoclásico. Barcelona, Gustavo Gili.

-

Artículo escrito por Enric-Eduard Giménez, historiador del arte.


Estudió historia del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona y un máster en gestión de museos y patrimonio en la Universidad Complutense de Madrid. Realizó sus prácticas de máster en el Palacio Real de Madrid. Es especialista en arte de corte de los siglos XVIII, XIX y XX, y se ha interesado especialmente por los aspectos arquitectónicos, decorativos y funcionales de las residencias reales europeas. Actualmente gestiona y es autor de varias cuentas en las redes sociales dedicadas a la difusión de patrimonio, destacando especialmente su cuenta de Instagram y una cuenta dedicada a los Reales Sitios españoles. Asimismo colabora en varios blogs y es autor de diferentes artículos en la Wikipedia.
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Las antigüedades de Pompeya y Herculano: fama y secretismo

19 Oct 2020

Pompeya y Herculano fueron, como explica en este artículo nuestro colaborador Enric-Eduard Giménez, el germen de una nueva manera de entender el coleccionismo de antigüedades: del secretismo a la divulgación controlada de los tesoros de los Reyes de Nápoles, varios factores fueron decisivos para la expansión del neoclasicismo. ¿Queréis conocerlos?

El Descubrimiento

Cuenta la tradición, que el descubrimiento de Herculano y Pompeya, fue consecuencia de un acontecimiento fortuito. Los reyes de Nápoles, Carlos VII (luego Carlos III de España) y María Amalia de Sajonia salieron a pescar en mayo de 1737 y, sorprendidos por una tormenta, se refugiaron en el puerto del Granatello al sureste de Nápoles. Enamorados del lugar decidieron construir un palacio allí, el Palacio Real de Portici, y en el contexto de la construcción el ingeniero Roque Joaquín de Alcubierre descubrió Herculano en 1738 y Pompeya en 1748.

Maravillado por tales descubrimientos el rey fomentó las excavaciones “arqueológicas” y en 1758 fundó un museo en el propio palacio, el Museo Ercolanense. El museo alcanzaría tal fama y sería tan esencial para la difusión del gusto neoclásico por Europa, que Goethe lo calificó de “el alfa y el omega de todas las colecciones de antigüedades”. Sin embargo, pese a la fama, el estudio y la difusión de las fabulosas antigüedades con frecuencia tuvo que hacerse “a pesar de” Carlos VII, su hijo Fernando IV, el director Alcubierre y la larga retahíla de “conservadores” y funcionarios palatinos.

Entrada original al Museo Ercolanense del Palacio Real de Portici, actual Facultad de Agricultura de la Universidad de Nápoles. (Font: Twitter Antigua Roma al Día)

En primer lugar, no habría que olvidar que en realidad los yacimientos habían sido descubiertos, sin saberlo, por el príncipe de Elboeuf a inicios del mismo siglo, también durante la construcción de su villa de recreo, la Villa d’Elboeuf. Pero no siendo un erudito, el príncipe se había dedicado a decorar su casa con las antigüedades encontradas y a regalarlas a importantes personalidades de la época como el príncipe Eugenio de Saboya o el rey Luis XV de Francia.

Asimismo, pese a la celebridad, Pompeya y Herculano deben inscribirse en una larga ristra de colecciones de antigüedades y descubrimientos que también fueron esenciales en la configuración de un gusto neoclásico, como el palacio imperial de Diocleciano en Spalato, el Museo Pío-Clementino o la colección de la Villa Borghese. Cierto que los descubrimientos en las afueras de Nápoles tuvieron siempre dos características únicas: la cantidad de piezas que iban saliendo del suelo sin parar y el magnífico estado de conservación en el que se encontraban las pinturas.

Sin embargo, como ya hemos dicho, el acceso a las colecciones del palacio de Portici siempre fue, cuando menos, problemática. En 1739, apenas un año después del descubrimiento, un viajero destacaba que le enseñaron la colección personas “malhumoradas y hurañas”. El célebre Winckelmann, por su parte, pudo inspeccionar con calma la colección solo después de un extenuante papeleo. Goethe, en su visita de 1787, recibió la prohibición expresa de dibujar cualquier pieza (el “no photos” de la época), aunque años antes, en 1775 se había empezado a tolerar que los visitantes pudieran tomar notas bajo la estricta vigilancia de un ujier. Así, la difusión de todas esas piezas tuvo que hacerse “a pesar de” sus dueños y muchos viajeros publicaron grabados de las mismas hechos de memoria, como Cochin en sus Lettres sur les peintures d’Herculanum (1751) o el marqués de Caylus con el Recueil d’antiquités (1752). Ni que decir que estos recopilatorios tenían más cualidades artísticas que arqueológicas.

Difusión

Tras la fundación del museo en 1758, Carlos VII tomó la iniciativa de difundir las piezas, pero a su manera. Se hacía a cuentagotas y no quería que nadie lo hiciera por él, mostrando un notorio recelo en pleno siglo de la Ilustración. La publicación en 1750 del estudio Admiranda Antiquitatum Herculanensium por Antonio Francesco Gori, un erudito florentino, horrorizó al monarca, “que no quería que se estudiase en Florencia lo que él deseaba que permaneciese oculto”. Así, en paralelo a la fundación del museo, el rey patrocinó la edición de la “guía oficial” del mismo, ocho enormes y lujosos volúmenes con detallados grabados que se publicaron de 1757 a 1792. Pero dichos volúmenes de Antichità di Ercolano esposte no llegaron al gran público, ya que jamás se pusieron a la venta, el rey se reservó el derecho de regalarlos a quien considerara merecedor de ellos y eruditos y personalidades varias se pelearon por ellos.

Grabado representando a Baco y Ariadna  en  Antichità di Ercolano esposte. (Font: Italianways)

Por lo tanto, el gran público tuvo, de nuevo, que circunvalar los gestores del prestigioso museo y la difusión se hizo “a pesar de” más que “gracias a”. Los exclusivos grabados de las Antichità di Ercolano esposte no tardaron en copiarse y ofrecerse a un público más amplio. En 1773 en Londres de publicó una selección de grabados de las pinturas y en 1789 el grabador italiano Tommaso Piroli empezó a publicar Antiquités d’Herculanum, una versión con bellos grabados pero con textos mucho más ligeros que las erudiciones de Antichità di Ercolano esposte.

Es interesante notar cómo, siendo Herculano la primera ciudad descubierta, las antigüedades se calificaran de “herculanenses y de otros sitios”. Pero también había una clara voluntad de asociar todas las antigüedades a la promoción regia y un cierto oscurantismo intencionado respecto a la procedencia de las piezas. Sin embargo, pronto Pompeya tomó el relevo, en primer lugar porque era un yacimiento mayor y más rico y, muy importante, porque estaba a la vista de todos frente a los oscuros pozos de se tenían que trazar en Herculano y a los que solo tenían acceso los funcionarios reales.

Finalmente, la iconografía herculanense y pompeyana acabó inundando Europa pese a los impedimentos, al secretismo y al control. Sus motivos decorativos llegaron a la Syon House de Londres, a los aposentos de Catalina la Grande en Tsarskoye Selo, al coqueto castillo de Wörlitz en principado de Dessau, o a los costosos papeles pintados que Carlos IV encargó para el “Salón de Besamanos” del palacio de La Granja de San Ildefonso. 

Por otro lado Casas de Subastas como la de Jean-Baptiste-Pierre Lebrun en París, del cual hay otro artículo en este blog, propiciaron la compra-venta de antigüedades de este tipo en Francia. En la década de 1780 este famoso establecimiento se especializó en piezas romanas y griegas, y gracias a ello el gusto parisino moduló hacia el clasicismo más arqueológico y menos fantasioso.

Red Drawing Room en la Syon House de Londres. (Font: Josep Solé Llagostera & Syon House and Park Trust)

Otra problemática del museo fue su constante crecimiento, que impidió cualquier tipo de organización precisa y racional. Winckelman indicó que al principio el museo tenía cinco salas, luego, en 1763, habían crecido hasta doce, en 1771 eran catorce y en 1796 dieciocho. Todas ellas se situaban en la planta baja del palacio cara al mar, con un acceso directo desde la calle. También las colecciones estuvieron constantemente variando de sitio, en 1760 las pinturas antiguas (quizás lo más célebre del museo) estaban en un puñado de gabinetes del primer piso del ala cara al Vesubio, luego en varias salas y hacia 1796 se trasladaron a la planta baja cara al mar, junto a las esculturas y justo debajo de los aposentos de la reina María Carolina de Nápoles.

Ante el constante crecimiento de las piezas, la presión para que fueran mostradas al público sin tantas trabas y la difícil coexistencia del museo y el palacio real en el mismo edificio, se empezó a plantear su traslado a un edificio más adecuado. En 1774, Fernando IV se planteó instalarlas en el palacio de Caserta, pero durante más de diez años no se hizo nada. En 1788 se volvió a plantear el traslado, pero esta vez al Palazzo degli Studi en Nápoles (antigua universidad). La medida fue aplaudida por eruditos y viajeros e incluso se llegaron a hacer grabados imaginando cómo sería ese traslado que parecía inmediato. El célebre arquitecto Ferdinando Fuga fue el encargado de adaptar el viejo edificio destinado a los nuevos “Reales Museos y Academias”. Sin embargo, para disgusto de muchos, el museo nunca llegó a abrir, permaneció vacío esperando, mientras las antigüedades seguían recluidas en Portici solo vistas por los pocos privilegiados que obtenían una autorización. Hubo que esperar a la hecatombe para que el museo se abriera al fin.

Grabado representando la imaginaria inauguración del museo de Nápoles en 1778, de Duplessis Berteaux coloreado por Louis Jean Desprez.

En 1806, con Fernando IV huido a Palermo con decenas de cajas de antigüedades y José Bonaparte sentado en el trono napolitano, empezó el traslado de piezas al museo público, proseguida por Joachim Murat y acrecentado por nuevos hallazgos. Restaurado Fernando IV en el trono en 1815, las antigüedades exiliadas a Palermo fueron directamente al museo de Nápoles, sin aspavientos y un poco de tapadillo. Eso sí, el museo fue pomposamente renombrado Real Museo Borbonico, en un intento por hacer olvidar que habían sido los Bonaparte los que finalmente lo habían abierto al público. Solo algunas pinturas siguieron estando en Portici hasta 1827, cuando todo partió definitivamente a Nápoles. Fernando IV había muerto en 1825. No obstante, precisamente en 1827, la condesa Potocka aún destacaba que tras un extenuante proceso para conseguir autorización para dibujar las piezas, al llegar al museo de Portici le dijeron que solo podría dibujar las piezas de las que ya había reproducciones.

Bibliografía básica

 
ALLROGGEN-BEDEL, Agnes; KAMMERER-GROTHAUS, Helke (1983). "Il Museo Ercolanense di Portici" en La Villa dei Papiri (Cronache Ercolanesi, Supplemento 2), pp. 83-128.
 
NOGUERA CELDRÁN, José Miguel (2009). "El “gabinetto segreto” del Museo Real de Portici y las esculturas de tema erótico del rococó helenístico" en Sexo y erotismo: Roma en Hispania (Catálogo de la exposición, Museo Arqueológico de Murcia, 6 de mayo – 5 de julio de 2009), pp. 68-95.
 

PRAZ, Mario (1982). Gusto neoclásico. Barcelona, Gustavo Gili.

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Artículo escrito por Enric-Eduard Giménez, historiador del arte.


Estudió historia del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona y un máster en gestión de museos y patrimonio en la Universidad Complutense de Madrid. Realizó sus prácticas de máster en el Palacio Real de Madrid. Es especialista en arte de corte de los siglos XVIII, XIX y XX, y se ha interesado especialmente por los aspectos arquitectónicos, decorativos y funcionales de las residencias reales europeas. Actualmente gestiona y es autor de varias cuentas en las redes sociales dedicadas a la difusión de patrimonio, destacando especialmente su cuenta de Instagram y una cuenta dedicada a los Reales Sitios españoles. Asimismo colabora en varios blogs y es autor de diferentes artículos en la Wikipedia.
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La lista Tobolsk: El viaje secreto del Joyero Imperial Ruso durante el golpe de estado comunista.

16 Sep 2020

¿Quién no ha leído infinidad de anécdotas sobre la historia de las joyas de la Familia Imperial Rusa?: antes de partir de Tsarskoe Selo, en un intento para poder subsistir en un viaje forzado incierto, la Emperatriz y sus hijas, Grandes Duquesas, se cosieron en sus vestidos un centenar de joyas. Pero hay una crónica olvidada sobre otras alhajas que no fue conocida hasta 1996 (¡fue secreto de estado hasta esa fecha!), La lista de Tobolsk. ¿Queréis conocerla? 

La ex-Família Imperial itinerante

Es por todos conocida la cronología de la caída de los Zares: cuando el Emperador renuncia a favor de varios de sus hermanos, y estos a su misma vez consecutivamente también, se instaura un gobierno provisional de carácter conservador. Este, por la seguridad de la regia familia los traslada a la finca imperial Tsarskoe Selo, donde al principio vivirían en paz. Después de múltiples cambios políticos los Romanov empezaron a ser vejados y humillados, hasta el punto de faltarles comida y leña para las estufas. Es en este momento que empieza la Revolución Blanca un movimiento conservador para liberar al Zar y restaurar la monarquía. Por ese motivo los Bolcheviques entonces tomaron una drástica decisión: enviar a Siberia a la familia y un reducido séquito con el pretexto de proteger sus propias vidas.

El Emperador y la Emperatriz con algunos de sus cautivos en Tsarskoe Selo

Preparando un posible salvavidas

La salida de los Zares fue avisada con poca antelación y mal preparada, para evitar un posible rapto del ejercito  blanco de estos. Aun así, hacía tiempo que tenían sospechas e informaciones secretas que iban a ser trasladados lejos, y por ese motivo ciertos preparativos avanzaron con antelación. Como citamos en la introducción, las joyas más trasladables y discretas fueron escondidas entre los vestidos de las Grandes Duquesas, pero hubo un plan paralelo: enviar 154 joyas aparte, de tamaño aparatoso y gran valor, al convento Tobolsk Ivanovski. ¿Cuál era la idea de la Emperatriz Alexandra? no se sabe del cierto, pero imaginamos que podían ser vendidas en Subasta en el extranjero para financiar una contrarrevolución o un exilio digno en Reino Unido.

Las joyas encontradas en Palacio durante su inventario

A la búsqueda de los cómplices

En los meses previos al viaje a Siberia el séquito de sirvientes y de ayudantes fue reducido considerablemente, hasta el punto que los Romanov quedaron muy desamparados en personal de confianza. ¿Con quién confiar pues para una misión tan delicada? en este caso en el ayudante de cámara, llamado Chemodurov. Quien recibiría las piezas, la madre superiora del convento Ivanovski, debía de guardarlas con gran cuidado hasta recibir nuevas noticias. A la muerte de esta estuvo implicada también su ayudante, la monja Marfa Uzhintsev, a la cual le fue transferida la responsabilidad.

El contenido de los paquetes

Entre las 154 piezas, de las que adjuntamos las únicas tres fotos encontradas, destacaban varias diademas y bandeaus realizadas en piedras preciosas y materiales nobles. Entre ellas son dignas de citar una con varios diamante de tamaño considerable (de unos 8 quilates), y otra con perlas y brillantes también de dimensiones generosas. El género más repetido en esta selección de altísima calidad es el broche: encontramos uno que la suma de peso en diamantes era de 100 quilates, otros en forma de estrella que con tan solo 5 brillantes sumaba 70 quilates, y por último varios con esmeraldas de tamaño medio-grande. A nivel histórico, y no de valor, encontramos un curiosísimo lápiz de oro con una perla en su cabezal que perteneció a Nicolás II, o un rara baraja de cartas con símbolos pre-fascistas. La lista, que adjuntamos al final de este artículo para vuestro disfrute, sumaba un total de 3,270,793 de quilates.

Descubrimiento e incautamiento

En la década de 1920, durante las nacionalizaciones y desamortizaciones del nuevo Gobierno, el convento es desalojado. La monja Uzhintsev, nerviosa ante una posible acusación judicial, entrega en secreto esta rica colección a un amigo cercano de Tobolsk de la Familia Imperial, Vasily Michaelovich Kornilov: ¡la guardaría celosamente más de diez años!. En octubre de 1933, cuando las sospechas ante él eran más que sólidas por parte del los dirigentes de la ciudad, la polícia política de la URSS lo interroga, y ante múltiples presiones confiesa el escondite. 

Con este descubrimiento los comunistas consiguieron llenar una gran cantidad de vacíos en el inventario de joyas hecho alrededor de 1920 de los Palacios Imperiales, aunque muchas de ellas, como la tiara Vladimir, consiguieron salir del país previamente. Gracias a dos tasadores llamados Zverev and Borovskikh, que realizaron una exhaustiva lista de precios y valores, tenemos a día de hoy un testimonio gráfico de la riqueza de los Zares.

Los servicios de contrainteligencia rusos mantuvieron en alto secreto dicha historia hasta 1996, cuando Boris Yelstin intentó realizar varias reconciliaciones con la los descendientes de los Romanov. ¿Qué ocurrió con este increíble tesoro? la verdad nunca fue revelada, aunque se presupone que fueron desmanteladas y vendidas para el financiamiento de la causa comunista. 

 

¿Os interesa ver toda la lista? Os la adjuntamos aquí (pieza + quilates + precio en rublos):

  1. Broche de diamantes 100 quilates 1.200.000
  2. Media luna de diamantes con 5 diamantes grandes de hasta 70 quilates 310.000
  3. Horquillas de diamantes, 2, 36 quilates cada una 700.000
  4. Pin de diamante 44 quilates 700.000
  5. Collar de diamantes con perlas y colgantes de rubí 50.000
  6. Emblema de diamantes del zar con diamantes grandes 8 quilates 22.000
  7. Alfileres de diamantes para tocado, 2 7 000
  8. Broches de diamantes - lazos, 2 6.000
  9. Broche de diamantes con una ramita de perlas 8.000
  10. Horquillas con diamantes y perlas, 2 20.000
  11. Diadema de diamante con diamante medio grande de 8 quilates y otros de pequeño tamaño 25.000
  12. Diadema de diamantes con perlas 25.000
  13. "" con piedras de kuntzita 2000
  14. "" con piedras de almandin 5,000
  15. "" con turquesas 7.500
  16. Horquilla de diamantes 1.000
  17. Medallas de diamantes, 5 25.000
  18. "panagia, 2 4.000
  19. "" 2 3000
  20. Colgante con diamantes y gemas dobles 9.500
  21. Broche con diamantes 1.500
  22. Cadena de oro con esmeraldas 3.000
  23. "con perlas 2.500
  24. "con perlas y pequeñas chucherías 1.500
  25. Colgante "con medallas, rosas y perlas 1.500
  26. Cadena de oro con pequeñas turquesas y baratijas 120
  27. Cadena retorcida con pétalos de oro puro y diamantes 150
  28. Cadena de oro con escoria de esmeralda, perlas y diamantes 250
  29. Cadena de oro con cabujón de amatista y colgantes 150
  30. "" con pequeñas medallas y colgantes 200
  31. "" con perlas grandes, turquesas y baratijas 150
  32. Cinturilla de dama con amatista y piedra lunar 100
  33. Reloj de señora esmaltado con cadena dorada 50
  34. Reloj de señora con monograma grabado [cirílico] "T.N." 50
  35. Collar de oro con cascabeles 50
  36. "" con perlas, trabajo abierto 150
  37. "" de aguamarina, con diamantes y perlas 2.500
  38. Colgante con retrato de diamantes y pequeña cadena de perlas 2.500
  39. "" con un diamante de 5 quilates, tejido de amatista y perla 6.000
  40. Broche con un diamante y un berilo 2.000
  41. Collar con pequeños diamantes y amatista 1.200
  42. Pulsera con diamantes y amatista 800
  43. Colgante con cadena de diamantes y piedra kuntzita 600
  44. "con cadena de platino con shorls [sic] y crisofases 150
  45. Banda de diamantes 600
  46. ​​Colgante con cadena de oro y 4 bolitas colgantes 200
  47. Cruz con perlas y esmeraldas 100
  48. Colgante con cruz colgante y gemas montadas 700
  49. Colgantes con cadenas de platino, 9 900
  50. Broche en forma de ramitas tachonadas de diamantes y aguamarina 800
  51. Horquillas con pequeños diamantes, 4 1000
  52. Reloj en brazalete con diamantes, oxidado 200
  53. Pin en forma de ancla con diamantes 300

54, Colgante con piedra lunar 80

  1. "tachonado de diamantes y aguamarina 100
  2. "con un pequeño diamante y aguamarina 120
  3. Colgante - globo terráqueo con shorls [sic], con diamantes 130
  4. Abalorio de aguamarina 40
  5. Espárragos con piedra lunar, 3 30
  6. Baratija pequeña con ágata 20
  7. "lirio de los valles con piedra de luna 15
  8. "tachonado de diamantes 80
  9. "y un ametheyst [sic] 60
  10. Pendientes con diamantes, 2 70
  11. Baratija de platino con fecha 1912 20

66 Cruz con aguamarina 40

  1. Broches nacionales, 4 20
  2. Broches - símbolo fascista 5
  3. "medalla en forma de 15
  4. Trinket - símbolo fascista 2
  5. "con monograma" T ", 2 10
  6. "" [cirílico] "A.F" 5
  7. Plata "con monogramas, 3 5
  8. Varios pines, 3 6
  9. Abalorio con rosas y rubíes 30
  10. Cruces médicas rojas, 2 5
  11. Lápiz dorado con perla 15
  12. Abalorio con monograma y zafiro 10
  13. Moneda de oro de 7 rublos, 50 kopeks 7,50
  14. Cruz de oro con alejandrita 5
  15. Baratijas de oro, 2 10
  16. Colgante con bajorrelieve de mujer esmeralda, con diamantes 7.000
  17. Cabeza de alfiler de perla tachonada de diamantes 2.000
  18. Colgantes de perlas, 3 3600
  19. Broche de gemas con diamantes 2.000
  20. "con gema de cristal de roca dorado tachonado de diamantes 2000
  21. "aguamarina tachonada de diamantes y rosas 800
  22. "redondo, de aguamarina y tachonado de diamantes sin tallar 800
  23. Colgante de amatista incolora con diamantes 700
  24. Broche de aguamarina en el interior del borde con pequeños diamantes 200
  25. "de aguamarina, triángulo con diamantes 300
  26. "con esmeralda, elipsoide, tachonado de diamantes 300
  27. "de ágata con pequeños diamantes 100
  28. "citrino, tachonado de diamantes 120
  29. "de amatista con diamantes y dos perlas 250
  30. "con amatista incolora y tachonado de diamantes 200
  31. "de berilo con diamantes 150
  32. "con amatista incolora con diamantes en forma de marquesa 400
  33. "con una piedra lunar en forma de corazón con pequeños diamantes 175
  34. Colgante de pequeñas perlas 700
  35. Broche con pequeñas esmeraldas y diamantes 500
  36. Broches de amatista tachonados de diamantes, 2 300
  37. Broche con pequeña aguamarina de forma elipsoide con diamantes 75
  38. "con rubíes, cuadrados y diamantes 250
  39. "con tres pequeñas coronas de zafiro y granates 120
  40. "con cuatro piedras lunares y tachonado de diamantes 75
  41. Broche cuadrangular con una pequeña corona interior con perlas y pequeñas
  42. "con dos pequeños cierres con amatista y tachonado de diamantes 45
  43. "en forma de cruz con gemas almadin y tachonada de diamantes 85
  44. "ágata tachonada de pequeñas rosas 40
  45. "de zafiro, 2 30
  46. "redondo, esmaltado con pequeñas perlas y tachonado de diamantes 60
  47. "shorl 20

114 "con aguamarina alargada y rosas 120

  1. "con tres colgantes - cornalina, granate y amatista 60
  2. "con imagen de bandera 3
  3. Colgante con zafiros, diamantes y diamantes en bruto 175
  4. Broche con una aguamarina redonda 300
  5. Corte azul aguamarina, elipsoide 300
  6. Colgante de aguamarina en forma de pera, tachonado de diamantes 180
  7. Brazalete de cadena con tres rubíes y diamantes 2.500
  8. Pulsera de platino con tres aguamarinas en forma de corazón y 2 piedras de kuntzita y perlas pequeñas 250
  9. Pulsera con pequeño cabujón de esmeraldas, una perla y tachonado de diamantes 50
  10. "con cuatro aguamarinas 35
  11. "con turquesa y tachonado de diamantes 50
  12. "con ágata 30
  13. "con amatista 55
  14. "con dos rubíes 250
  15. "con oro, forma ordinaria, 2 20
  16. "oro, grabado" Alexandra "tachonado de diamantes en bruto 500
  17. "Pulsera de cadena con abalorio 1914 10
  18. Pulsera, ordinaria, hierro, 2 -
  19. Medallón de oro 5
  20. [ilegible] con esmeraldas y tachonado de diamantes, uno de ellos es platino, 2750
  21. "con diamantes y rubíes 500
  22. "con ruby ​​500
  23. "con aguamarina y pequeños diamantes sin tallar 50
  24. "con dos zafiros y diamante 75
  25. "con ágata y pequeños diamantes sin tallar 20
  26. "con diamante 150
  27. Cintura de perlas pequeñas con 11 rubíes grandes, tachonados de diamantes y rubíes 75.000
  28. Panagia de plata con cadena de oro 200
  29. Plata "con cadena de oro y gemas 300
  30. Panagia de plata con gemas 100
  31. Nácar "con cadena de plata 50
  32. Plata "con perlas 150
  33. Plata "25
  34. Cruces "con gemas, 3 450
  35. "", 1 80
  36. "" 75
  37. Nácar "25
  38. Plata "con perlas 180
  39. Una cadena de oro con la Cruz del Padre Superior 100
  40. Pequeños iconos plateados.
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